Latinoamérica se funde con uno de los alimentos más deliciosos del planeta.
Sus creadores fueron dos abogados que se jugaron por su pasión: el amor al chocolate. De 46 años, Felipe Coronel -ecuatoriano/chileno que estudió en la Universidad Católica de Santiago, con 16 años de residencia en Panamá- concretó la idea junto a su esposa, María Inés Moraga también chilena, comprando entonces, con una visión de futuro insospechada, una vieja casona en el Casco Antiguo de Panamá. Fueron los conocimientos de museología de su madre, la investigación que él realizó en distintos lugares del mundo y un arduo trabajo de ambos en restauración, que lo llevaron hace 6 meses a inaugurar el Museo con una colección inigualable de antigüedades, fotografías y joyas en relación al cacao.
A diferencia de Ciudad de Panamá, se podrá ver pobreza en el Casco Antiguo. Sin embargo, este centro histórico incrementa día a día su etapa de renacimiento, ahora con un nuevo integrante: el Museo del Cacao y del Chocolate que impacta por su ultra modernidad y arquitectura interior, a cargo del arquitecto Mathieu de Genot. Fue un día en que Felipe tuvo la gentileza de abrirnos el museo para conocerlo. Para mi, ni el exquisito chocolate caliente que nos ofreció al ingresar presagiaba tanta novedad. Como el espectacular chandelier, diseñado con molinillos de chocolate, hechos en madera a mano.
Otra de las sorpresas para mí fue la existencia de un speakeasy en su subterráneo, ese “lugar secreto” (tipo bar clandestino, conocido durante la prohibición del alcohol en Estados Unidos), donde la gente podía consumir alcohol a pesar de su prohibición. La diferencia es que en este sótano -oculto detrás de un espejo que pude adivinar- estaba la culminación del éxtasis, la llamada Cata del Chocolate Premiun, en que se degusta el “alimento de los dioses”.
Una cata de chocolate difiere a la del vino (en que se utilizan dos sentidos). En la del chocolate, se utilizan los cinco. Tales como la vista (en que un bombón que brilla implica que tiene un atemperado perfecto); el sonido, que al quebrarse una barra al oído, se debe sentir limpio; el tacto (el mal chocolate le ensucia a uno las manos); el olfato, que al igual que el vino, depende del territorio en que el cacao se coseche; y finalmente el paladar, donde se produce la explosión de sabores. Nosotros debíamos descubrir sus diferentes sabores como el que pudiese tener en su relleno, por ejemplo un poco de sal, de maracuyá y así… Pero, el último de los seis que nos dieron a probar, a mí me dejó en el cielo, sin poder adivinar qué fue lo que me deleitó tanto.
Otra historia admirable está al subir al entrepiso, donde está la Sala Panamá. Allí el arte textil mola, elaborado por aborígenes locales, refleja el cacao como alimento sagrado y representación de la vida. Y también ahí está la Pepa de Oro, cuya leyenda enseña que este fruto vigoriza a los niños, mejora a los enfermos y a los guerreros les da mayor energía.
Si bien no se conoce con exactitud donde originó el árbol del cacao, todo indica que los pueblos nativos de Mesoamérica extenderían su uso por la costa del Pacífico, incluyendo Ecuador, Colombia, Perú, México, Belice y Panamá, para finalizar en una increíble variedad de presentaciones, cuyas muestras se encuentran en la exhibición de cajas y envases de chocolate que Felipe y María Inés han buscado entre anticuarios con pasión. Incluso cuando no existía radio, prensa, ni televisión, están los posters que se distribuían en las calles. Así mismo, se expone la publicidad de títulos fílmicos. Yo me volví a emocionar con Forrest Gump -una de las mejores películas que haya protagonizado Tom Hanks- cuando su madre le advierte: “Life is like a box of chocolates. You´ll never know what you´ll get out of it” (firmado por Tom Hanks…).
En el Laboratorio, a todo ventanal en el segundo piso, impresiona experimentar cómo se elabora el producto, donde los maestros chocolateros enseñan sobre cómo lograr un bombón de lujo. Para Felipe es claro: “Parte de la misión de este museo es dar a conocer al cacao fino de aroma de Panamá (que se conoce poco), así como no se conocía mucho el cacao ecuatoriano en cuanto a su preparación. Como sucede con el vino, en que se hacen blends, acá en nuestro Latoratorio ofrecemos blends de cacao panameño con ecuatoriano -un tesoro reconocido en el mundo- para finalmente desarrollar un bombón absolutamente particular. Quisimos hacer algo bien hecho desde una museología seria”.
El regalo final del Museo fue comprobar la vista privilegiada que se tiene desde la terraza de su quinto piso, desde donde es posible observar el Puente de las Américas, el paso de los barcos por el Canal de Panamá y el cerro Ancón, ícono de la ciudad. En definitiva, un lugar donde también se puede disfrutar de una amena conversación en el patio posterior con familia y amigos, en que uno ni siquiera siente el paso del tiempo. Aspiración máxima de Felipe Coronel: que la gente lo visite y reviva en torno al chocolate muchos momentos de felicidad.
Consultora de contenidos: Judith Arango.
Que maravilla de visita e informe novedoso Carmen. Creo que ahora si que planeare ir a Panama un dia de estos. Muchas gracias por esta apertura de ojos a las que siempre nos tienta un buen chocolate.
Que interesante combinación entre historia, sabor y emprendimiento.
Súper interesante, particularmente para una chocolate-adicta.
«Exquisito» reportaje, Carmen querida, con la asesoría de JudithArango.
Gracias «Bendito Planeta».
Hay una versión hermosa que dice que el cacao es la droga del amor. Que este arbol de esta semilla fue descubierto por Moctezuma en México cerca del año 1450. En estos tiempos se hacen Ceremonias del Cacao muy sanadoras en que se hacen meditaciones y pruebas del cacao. Muy vivenciales.
Encuentro muy interesante esta empresa de alto nivel que desarrollan nuestros compatriotas en Panamá. Y aprovecho de preguntarles si fabrican los chocolates de diversos cacaos como 92, 80, 72 por ciento. Muchas felicitaciones
Silvia, será el mismo Felipe Coronel quien te responderá sobre esa sutileza en las diferencias del chocolate negro. Su expertise es enciclopédica.
Hola querida Silvia, muchas gracias por tu comentario.
Investigaciones recientes han demostrado que el origen de la domesticación del cacao está en la actual Amazonía ecuatoriana, concretamente en la zona de Palanda. Se trata de una botella bicéfala (tiene la cara de un chaman y de un jaguar) y en su interior se encontraron vestigios de cacao. Dicha botella data de aproximadamente 5.300 años de antigüedad. Este hallazgo es mucho más antiguo que aquellos en las civilizaciones mesoamericanas.
Y claro, trabajamos en nuestro laboratorio con chocolates de distintos porcentajes. En lo personal soy más «purista», y consumo sobre 70%
Carmen,
How did you find out about this Museum? You never cease to amaze me.
What a wonderful article!
Being a chocoholic myself….I do believe life without chocolates would be terribly sad.
Felipe and María Ines have done a magnificent job in creating this Museum.
Wishing them much success and recognition!
Gracias Carmen, desde Barcelona. Muy interesante especialmente el comparar el analizar la validacion del chocolate con el vino. Creo conocer bastante de vinos y nada de chocolate; excepto si me gusta o no. No vi comentario respecto a chocolate negro, de leche o blanco.
Miel oscura de la selva tropical que se escurre aromática e intensa en la boca, conducida con miles de mezclas y sabores al paladar, por las semillas del árbol Theobroma Cacao. El alimento de los dioses, en griego. A veces de una textura muy suave y otras más áspero, pero siempre delicioso, con diversas formas, colores y pigmentos, es el chocolate de los viajes y hasta del vuelo, y los bombones blancos.