EN EL LUGAR DEL SILENCIO

Texto: Pedro Barros

 

Hay lugares que tienen algo especial, una atmosfera diferente que invita al recogimiento, donde las cosas dejan de ser banales y por un instante se borran nuestras preocupaciones, aunque hayamos llegado a ese sitio con intenciones tan terrenales como pedir por la salud de un ser querido. En mi segunda estadía en el Líbano descubrí la ermita donde vivió el monje libanés San Chárbel, en las cercanías del convento de San Marón, en Annaya. Una construcción de piedra muy simple en la cumbre de un monte, que tiene una vista panorámica a la cadena de montañas que cruza el país de norte a sur y articula su geografía. Después de ascender a pie por un sendero jalonado de pequeños letreros con oraciones, se llega a una explanada de piedras pulidas que podría ser el vestigio de un culto paleolítico.

 

 

Al fondo de él se encuentra la capilla y, adosada a ella, un pasillo con unas cuantas celdas pequeñas y frías. En una de ellas hay un colchón de crin en el suelo y un pequeño tronco que sirve de almohada, ese fue el dormitorio del monje. Al fondo del pasillo, en un lugar ennegrecido por las velas está la capilla donde San Chárbel falleció.

 

 

No voy hablar de su vida, de la cual poco o nada se conoce; no dejó escritos, dedicando su vida a la oración y al silencio. Fue después de su muerte que sucedieron una serie de fenómenos extraños y sobrenaturales, como rayos de luz que salían de su tumba lo que llevó a exhumar su cuerpo y trasladarlo de lugar. Su cuerpo estaba en perfecto estado conservación, a pesar de permanecer en un lugar muy húmedo.  A partir de ahí se multiplican los hechos sorprendentes y se inician las peregrinaciones a su tumba, siendo beatificado en 1954 y canonizado en 1977. El lugar emana una tranquilidad luminosa, tiene espíritu, es el regalo que nos ha dejado ese monje maronita.

 

 

PRODIGIOS Y MATEMATICAS

 

Todas las veces que he ido visitar Annaya he regresado con una sensación de paz, el mundo me parece menos agresivo, respiro mejor, me dan ganas de volver a escuchar jazz y tomar una copa de vino mirando el atardecer. Los hombres santos desempeñan un papel importante como dínamos y catalizadores de energía entre el cielo y la tierra; son los faros necesarios para mantener una cierta armonía y dar sentido al movimiento de los astros, como lo hacen con sus bailes los adeptos sufíes. El lugar del que les hablo tiene ese poder particular y es un privilegio visitarlo. Subí allí muchas veces, ya sea sólo o acompañando visitantes, siempre había alguien por quien rogar. En mi familia San Chárbel hizo muchos milagros. No me da vergüenza confesar que el Santo tuvo que estudiar matemáticas y francés para hacer pasar de curso a mi hijo, pero también ayudó a personas gravemente enfermas y, a otros, a encontrar trabajo. También le pedí cosas absurdas que el Santo no respondió porque desde su dimensión ve con más claridad nuestra vida, especialmente en materias amorosas. La mayoría de mis amigos libaneses han recibido alguna gracia de él -incluyo a los musulmanes- las historias se multiplicaban, bastaba poner el tema en una reunión para oír cuentos más propios del realismo mágico latinoamericano que de esa región. Recuerdo la historia de un hombre desesperado que estaba al borde del suicidio por deber dinero a un prestamista, y en el Medio Oriente las cuestiones de honor son de vida o muerte. Pocas horas antes de tomar esta decisión fatal, por consejo de una amiga, acudió a una de las ermitas donde se venera al Santo. Increíble pero cierto, esa noche, al mirar la televisión se enteró de que había ganado en la lotería una suma similar a la que debía cancelar (ni un peso más, ¡justicia divina!). Está el caso de un amigo que tenía sólo hijas mujeres y no había esperanza de otro embarazo. A éste le concedió dos hermosos mellizos. Podría pasar horas reproduciendo sus historias. Pero, insisto, El mayor milagro es subir a la ermita dejando atrás todo lo accesorio.

 

 

El Líbano es parte de la llamada Tierra Santa donde viven cientos de miles de palestinos desplazados en condiciones inhumanas; en su exiguo territorio se ha derramado mucha sangre por motivos confesionales y políticos. Su historia está jalonada de matanzas e invasiones, periodos de hambrunas y tantas otras calamidades que han llevado a la población a emigrar a países lejanos. San Charbel es uno de sus vínculos con el terruño, les acompaña, conforta, está presente en las plegarias de sus madres, y, ahora, se le venera en lugares tan distantes como Chile, Canadá, Australia, México, Brasil, por citar unos pocos. Cuando los libaneses expatriados visitan su país, lo primero que hacen es acudir a donde el Santo a compartir su silencio y a entender esa fe que da sentido a su existencia como comunidad diferente y con valores propios. En ese extraño país de múltiples facetas, el respeto y la aceptación del otro es la base de su existencia. San Chárbel que nunca escribió ni impartió ningún tipo de enseñanza, sigue siendo una presencia viva en la montaña libanesa, y es un factor de cohesión entre sus habitantes.

 

PEDRO BARROS

Embajador de Chile en el Líbano entre el 2008 y el 2011, Pedro Barros regresó a Beirut como jefe de misión después de 26 años, tras haberse desempeñado como segundo secretario en los comienzos de su carrera diplomática en la capital libanesa. Y fue ya en su calidad de poeta y embajador, cuando el 2010 presentó su libro de poemas «Beirut, ida y vuelta», en que aseveró que su obra era «el pago de una deuda, la de la gratitud», ya que fue allí donde conoció a su difunta esposa y «porque todas las mujeres que he amado han sido un poco Beirut».

 

 

Para Pedro Barros vaya también mi reconocimiento, ya que gracias a su generosidad conocí Annaya, a la iglesia cristiano-maronita y al milagroso santo libanés, considerado en el mundo como enlace entre Oriente y Occidente para la unidad de la fe.

 

Habilidades

Publicado el

27 marzo, 2020

15 Comentarios

  1. luis witer igualt

    Excelente artículo, muy bien escrito, con sentimiento, riqueza de vocabulario y que brota del interior. Todo esto muy propio del autor. Bonitas fotografías acompañadas de intimidad al mostrar a sus hijos. FElicitaciones.

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    • Pedro Barros

      Gracias Luis! Por culpa de Carmen estoy con un ataque de pudor. Un gran abrazo desde mi cuarentena conconina

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  2. Jose Miguel Schmitt Yoma

    El articulo de Pedro Barros, lo digo directamente sin tapujos, me dejo marcando ocupado.
    Extraordinario en su manera de transmitir sensaciones y sentimientos, que invitan a reflexionar. Es posible que sea por mis ancestros libaneses u otras razones que no entiendo. Pedro Barros eres grandeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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    • Pedro Barros

      Hay que reconocer que también Carmen hace milagros, con su empeño y entusiasmo. Te envío un abrazo

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  3. MTeresa

    ¡Qué mejor relato sobre El Líbano! y con la calidad de mano de Pedro. Un abrazo afectuoso amigo. MT

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  4. Carmen Marticorena

    Que Emocionante! No solo porque Pedro Barros escribe como los dioses, y con esa sensibilidad de poeta que llega al alma. En lo personal,me retrotrae a momentos muy duros en nuestras vidas, por la salud de uno de mis nietos, en que descubrí a San Charbel. Jamás había escuchado de el, pero llegó con tutti. Primero fue Carmen Schmitt que generosamente me regaló el aceite bendito del santo,que duró poco porque eran muchos los niños de la UCI de la Cato a los que había que proteger. Luego fue Pedro Barros, que desde Beirut se las ingenió para hacerme llegar , camuflado y contrabandeado en un libro al que le recortó las páginas para meter el frasquito de aceite que yo sentía salvaría a mi niño.
    Desde esa época, junto con mi agradecimiento a San Charbel , y a sus intermediarios, solo lamento no haberlo conocido cuando fui al Libano y haberme perdido ese lugar increíble que Pedro describe maravillosamente!

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    • Pedro Barros

      Que San Charbel sea el vínculo del reencuentro es una hermosa sorpresa. Un abrazo, querida amiga

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  5. Aurora Loiselle

    Verdaderamente un inspirante relato de una persona que refleja con su texto una pasta finisima de Embajador acompanada de una gran fe y espiritualidad. Gracias Pedro por ayudarme a conocer algo tan significante del Libano y a su Santo!

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  6. Adriana

    Felicitaciones Carmen y Pedro por este artículo tan sensible que nos permite recordar en forma profunda la experiencia vivida a quien estuvimos ahí.
    Y gracias a tí Pedro que, sin tu ayuda, con todas las dificultades que existían en ese momento (y ahora también), no habríamos podido conocer tantos lugares, como el convento de San Charbel entre otros, que nos conmovieron profundamente.

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  7. Olga Cavada

    Buenas tardes, hermoso relato y un lugar muy especial.
    Seres como San Charbel no necesitan mas que su maravillosa energia para que perduren por una eternidad.
    Me emociono el relato porque Carmen Marticorena en un momento de mi vida me regalo aceite milagroso, pero no sabia yo nada de este santo.
    Gracias Pedro por compartir.
    Slds
    Olga

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  8. Ximena Isla

    Mil gracias por ese hermoso relato y con tanta sensibilidad que cerrando los ojos lo imaginamos un lugar maravilloso,conoci a San Charbel en la iglesia de Reñaca,me llamo la atencion este Santo Libanes totalmente desconocido para mi ,ore y le pedi lo que en ese momento me preocupaba,hoy tengo su estampa en mi mesita de noche

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  9. Mabel Briceño

    Tuve la suerte de conocer la Ermita de San Charbel y su dormitorio desprovisto de todo
    Este hermoso relato nos llega en un momento que necesitamos espiritualidad
    Muy bien escrito gracias Pedro por este regalo!

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  10. Guillermo Venegas

    Gracias Pedro por hacerme conocer a San Chárbel . Bonita historia en un país q no conozco pero que en mi tiempo de Alemania siempre veía reportajes sobre él y me estremecía de tanto en tanto su destrucción y volvían a surgir .Ya lo hemos comentado . Beirut , el Paris de Medio Oriente y su hermosa mediterraneidad que siempre de las cenizas volvía .La energía de San Chárbel !!

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  11. Marta Chalhub

    Querido Pedro Qué emoción leer y sentir que alguien -por cuyas venas no corre sangre libanesa- sea capaz de tener esa percepción profunda de la manera en que los marontas libaneses viven su fe. Una fe profunda que viene del milenario Oriente Medio. La ermita es mágica y San Charbel es Santo de musulmanes y cristianos, de libaneses y extranjeros. Alguien me dijo en una ocasión, es más que eso: es un Héroe Nacional.
    Y tu eres un hijo mas de esa tierra milenaria.

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