Split es la ciudad que se explica por la historia de un hombre que marcó fuerte el nombre y el espíritu del lugar. Fue Diocleciano, uno de los más importantes emperadores de la historia del Imperio Romano, y quien eligiera Split para vivir sus últimos años con “relativa” tranquilidad. Triste contrapunto porque Diocleciano fue reconocido, a la vez, como el emperador que lideró la última y más feroz persecución contra los cristianos (La Gran Persecución, ocurrida entre los años 303 y 311), en que se torturó y ejecutó a sus seguidores, destruyendo iglesias y libros sagrados. Para ubicar a los pasajeros que llegábamos en el Voyager of the Seas de la mejor manera posible, nuestra guía turística nos explicó en detalle los hitos del palacio sobre una maqueta de cobre, en plena calle, tan pronto desembarcamos.

Al llegar a este puerto pesquero y base naval del Adriático, mi prioridad fue conocer el Palacio de Diocleciano, ya que también me llamaba la atención que hubiese sido el lugar elegido para filmar parte de la serie Game of Thrones en los subterráneos del palacio. Un destino que se centraba finalmente en la historia de este hombre que nació de una familia humilde en la provincia de Dalmacia, que se unió al ejército romano, que ascendió destacándose por su habilidad militar y que dejó tras su muerte reformas profundas en la estructura del Imperio.

Casi como ironía, quien destruyera durante 8 años templos cristianos con brutalidad, su palacio -declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad por contar con uno de los mejores monumentos romanos en el mundo- contenía en su interior a la Catedral de St. Domnius, considerada la más antigua catedral católica con su estructura original aún en uso, y desde cuya torre era posible admirar una vista espectacular de la ciudad.

Me hubiese quedado al interior del palacio todo el día, sin salir un minuto al exterior. Es que en el corazón de su estructura se ubicaba también la histórica Plaza de Pericles con sus impactantes columnas romanas y una atmósfera alegre en que a menudo se interpretaba música en vivo. Así mismo, entre sus muros estaba la Fortaleza de la ciudad, el Templo de Júpiter y el antiguo Mausoleo de Diocleciano. Sin embargo, esta bellísima ciudad tenía muchos otros puntos turísticos por recorrer: como la Riva Promenade, paseo frente al mar lleno de cáfés, bares y palmeras que recorre todo el casco antiguo, como también caminar por el Pazar, ese mercado al aire libre situado a lo largo de la muralla oriental del Palacio Diocleciano y alrededor de la Iglesia de Santo Domingo, donde se expenden souvenirs, productos frescos y delicias locales.

Me hubiera encantado alojar en Split, pero no pude. Fascinante hubiese sido conocer la vida nocturna de los 200.000 habitantes de esta ciudad que es, después de Zagreb, la segunda más poblada de Croacia y que fue hasta el final de la II Guerra Mundial su capital provisoria. Pero, uno aprende que no todo se puede en la vida. Por lo que espero que, a lo mejor alguna vez, la vida me dé el regalo de una segunda oportunidad.