NOTA DE LA REDACCIÓN: Periodista de la Universidad de Chile -y con amplia trayectoria en la gestión de estrategias de comunicaciones corporativas para los sectores privado y público- María Eugenia Díaz Beas ha sido viajera toda su vida. Sin embargo, su corazón ha estado con Viña siempre.

 

 

TEXTO: María Eugenia Díaz Beas. FOTOGRAFÍAS: María Eugenia Díaz y agencias.

 

Asociada a playas, calor, sol, casino, la ondera Reñaca y por supuesto el festival internacional de la canción, este balneario de la Quinta Región siempre sorprende con nuevos atractivos para disfrutar y valorar aún en los fríos días invernales.

 

 

“Siempre tendremos París» le dice Rick (Humphrey Bogart) a su amada Ilsa (Ingrid Bergman) cuando se despiden al final de la famosa y legendaria película Casablanca (1942).

Y esta frase tan emblemática aplica genialmente para nuestro legendario balneario “siempre tendremos Viña”: una ciudad hermosa, con atractivos permanentes y un patrimonio cultural y arquitectónico, variado y entretenido que, pese a las vicisitudes climáticas, sociales y económicas de Chile, ha resistido el paso del tiempo y conserva ese encanto y diseño nostálgico, al mismo tiempo que nos sorprende en cada visita con nuevos atractivos. Y lo mejor: muchos de estos, no requieren de auto, sino un buen par de zapatillas, gusto por las caminatas y una parka si es invierno.

 

 

En mis últimos veraneos en Viña, visité el renovado Palacio de la Quinta Vergara que tras el terremoto del 2010 debió cerrar sus puertas. Tanto el edificio como su interior fueron remodelados y hoy luce imponente en medio de un parque centenario, donde es habitual ver trabajadores descansando en sus bancas, estudiantes caminando o bien turistas, todos con un mudo respeto por su belleza, arquitectura y su colección permanente de pinturas y esculturas, mobiliario de época y decorado, además de exposiciones temporales en salas muy bien iluminadas. Si uno lo desea puede solicitar un guía. En mi caso, me tocó nada menos que el director del recinto, de lo cual sólo me enteré al final del recorrido cuando pregunté su nombre a la recepcionista para agradecer su gentileza y conocimiento del palacio y su historia.

 

 

Este paseo es atemporal, porque los jardines que rodean al Palacio son atractivos en invierno o verano. Cada árbol tiene una descripción y es un agrado ver el cariño con que turistas, trabajadores y estudiantes descansan o recorren sus avenidas. Y, por supuesto, imperdible visitar el emblemático escenario y galerías de la Quinta que vacío quizás impacta aún más que con lleno total, porque permite apreciar la belleza e inmensidad del entorno boscoso y al mismo tiempo, desde lo más alto de la galería -que casi choca con los árboles añosos-, entender por qué sobrecoge el lugar a los artistas más renombrados.

 

 

Y si de cultura se trata, Viña tiene un nuevo atractivo: después de 14 años reabrió sus puertas totalmente restaurado el Teatro Municipal, que resultó con serios daños para el terremoto de 2010. Ubicado frente a la Plaza Vergara, ya tiene una activa cartelera con una variada oferta de recitales, obras de teatro y conciertos. Y también está el Palacio Rioja, en calle Quillota, entre 3 y 4 Norte, que también fue remodelado y alberga la decoración de la residencia original, donde además se puede disfrutar de sus hermosos jardines, donde también hay una muy buena cafetería.

 

 

Un panorama quizás menos conocido, es caminar por las calles que atraviesan la avenida Libertad, donde todavía es posible apreciar casas señoriales de estilo francés con preciosas fachadas y arquitectura, donde además uno puede encontrar buenos restaurantes y cafés.

 

 

Otro imperdible es caminar a lo largo de la costanera de Reñaca -siempre y cuando no haya marejadas- donde junto con admirar el mar en toda su inmensidad, se puede disfrutar de unos exquisitos helados o café mientras recorre esta “larga calle” donde uno advierte que se mantiene esa costumbre de “ver y ser visto”. Si bien hay locales borde playa, a solo un par de cuadras está la gelatería Dadá. Auto definida como “taller y laboratorio de heladería y chocolatería”, creada por Damien Mercier (tiene Instagram), literalmente la gente hace fila para disfrutar de su novedosa carta de sabores.

 

 

Más al norte, en el camino a Concón, existe una vasta oferta gastronómica con locales ubicados cerca y lejos del mar, baratos y contundentes como la conocida picada “La Gatita”, con una amplia oferta de pescados y mariscos; y otros restaurantes de alta cocina. Una grata sorpresa fue el restaurant “Vista al Mar”, frente a la playa de Higuerillas, que ofrece una carta tradicional con sabrosas innovaciones y buena atención. Y para los amantes de la comida italiana el lugar del momento es el “Carmine” en Reñaca.

 

 

Lejos del mar, pero no menos atractivos de caminar y recorrer, son los barrios nuevos construidos en la parte alta de este balneario. Las Lomas de Montemar, Foresta y Bosque Mar exhiben modernos edificios de departamentos y condominios, con grandes avenidas y bandejones centrales que semejan verdaderos parques. Una delicia para quienes gustan de caminar o bien andar en bicicleta. Es otro Viña donde hay una atractiva oferta de cafés y pastelerías, donde destaca la creativa pastelería “Coccolino” y tiendas tipo boutique con vestuario que no se encuentra en Santiago o en los malls tradicionales.

 

 

Y finalmente, el centro de Viña sigue siendo muy atractivo. Todavía hay edificios con diseño vanguardista, que cobijan tiendas con las cosas más increíbles y novedosas que van desde artículos de barcos, hasta libros, discos de vinilo, CD de épocas remotas e incluso artículos de medicina (plop) como maquetas a escala natural del cuerpo humano y otros elementos. Sorprendente. Y para quienes optan por el auto, el barrio Recreo de Viña tiene avenidas y calles increíbles. Es como una ciudad dentro de otra ciudad. Casas lindas y tradicionales, bien cuidadas y con hermosos jardines. En definitiva, Viña es más que un festival. Viña tiene qué mirar, en Viña hay donde pasear,