Para nosotros que íbamos a bordo del Voyager of the Seas, bajar en Kotor -nuestro quinto destino después de Argópolis- era una incógnita. Ya habíamos abandonado las islas griegas y el crucero emprendía rumbo ahora por el Mar Adriático para ingresar a la bahía de Kotor, cuya forma cerrada y llena de zonas escarpadas nos dejaba atónitos.
Navegamos toda la noche bajo tormenta. Los relámpagos eran un espectáculo e iluminaban todo el Adriático. El ingreso a Kotor consistió en entrar a muy baja velocidad, en plena obscuridad, en esta bahía escondida entre montanas, mientras lentamente la salida del sol nos permitía visualizar la extraordinaria belleza de su emplazamiento. Un lugar que fue utilizado por submarinos alemanes durante la II Guerra Mundial, justamente para evitar al enemigo y descansar durante sus operaciones. Finalmente una casa con sus luces encendidas durante toda la noche fue la antesala que nos permitió visualizar otro grupo de casas iluminadas, hasta que finalmente aparece Kotor con todas sus luces entre montanas que caen con un frondoso verde hasta el mar.
Al bajar a tierra se develó nuestro misterio. El casco medieval de esta ciudad de solo 13.000 habitantes ya había sido catalogado en 1979 Patrimonio de la Humanidad, y en 2017 incluido además dentro de las prestigiadas Fortificaciones venecianas de defensa durante los siglos XVI y XVII. No podíamos creer cómo estas sinuosas calles empedradas y edificios históricos se abrían ante nosotros, conservando en su interior iglesias, palacios y tiendas que reflejan siglos de historia.
Uno de sus atractivos alucinantes fueron las Murallas de la Ciudad, construidas por la República de Venecia para defenderse de los ataques del Imperio Otomano, las que muestran la importancia estratégica que tuvo Kotor durante siglos. A la vez, su Fortaleza que, con sus 1.350 escaños (algo que yo no hice), permiten admirar desde la altura vistas panorámicas incomparables, según confirmaron los mismos aventureros que optaron por este desafío.
Un aspecto simpático, y que yo no creí cuando me lo contaron, fue la enorme cantidad de gatos que la gente cuida en esta ciudad. Considerados casi sagrados, uno ve sus imágenes hasta en magnetos, platos de comida, tazas de café, poleras y todo aquello que se pueda vender con éxito. Como antítesis, la historia de Montenegro no ha sido fácil. De hecho, sus habitantes han experimentado cambios de gobierno constantes. Solo durante la Era Contemporánea su gente pasó a depender del Imperio Austríaco al Imperio Francés, luego al Austrohúngaro, para finalmente terminar en el Reino de los serbios, croatas y eslovenos (futura Yugoslavia). Hasta que finalizada la II Guerra Mundial, la nación surge como Montenegro, logrando su independencia recién el año 2006.
En bus, y dispuestos a conocer pueblos costeros alejados de esta Bahía -conocida como el “fiordo más meridional de Europa”- llegamos hasta Perast, en una de cuyas islas yace la famosa iglesia de Nuestra Señora de Las Rocas: llamada así luego que en 1452 marineros encontraron una imagen de la Virgen en una roca, donde ahora está la iglesia. Como Kotor y sus villas están adheridas a montanas que caen al mar casi en 45 grados, el recorrido constituye un hermoso camino para automóviles que circulan por el perímetro de su costa. Perast está lleno de restaurants y hoteles boutique a orilla de agua. Sin arena, sus habitantes aprendieron a disfrutar el mar con sus embarcaciones a vela (muchísimo mas vela que motor), con las que navegan por el área. Frente a esta panorámica, almorzamos en un día de sol con 30 grados de calor en un restaurante local que nos brindó una muy grata experiencia gastronómica, con Branzino como pesca del día.
Después de recorrer tanta belleza, con nostalgia dejamos Montenegro atrás. A bordo del crucero que salía lentamente de la bahía, todos nos sentíamos subyugados tras haber conocido un destino con una historia inimaginable. Permanecimos en cubierta hasta que el sol se perdió en el horizonte, para entrar nuevamente al Mar Adriático con otro giro hacia la derecha en dirección norte, ciertos que gracias a las posibilidades del turismo actuales, nosotros también pudimos estar allá.
Me encantó este informe. Excelente relato. Muy visual. Las fotografías lo complementan tan bien que ya incluí Kotor en mi lista de destinos.
Gracias Bendito Planeta!
Saludos,
Ernst
Maravilloso relato cómo siempre , lindos recuerdos de ese lugar que visitamos en el 2019
Hermoso lugar y las fotos son de película. Yo coticé un crucero el año pasado y las opciones eran con Kotor o Split. Elegí la última pero para la próxima me quedo con Kotor. Felices Fiestas de fin de año.
Estuve en Kotor y a través de las espléndidas fotos pude regresar a ese lugar que me encantó.
Gracias por el relato que aumentó mi conocimiento de esa ciudad .
Felices fiestas amiga.
Kotor: saboreando cada letra ka-o-te-o-erre como si fuese un manjar y disfrutando tu narrativa, me he paseado por ese puerto enclave de Montenegro, gozando las imágenes de su imponente belleza e historia. Bendito Planeta. Mejor nombre, imposible.
Mil gracias, amiga querida.
Excelente forma de terminar el año.
¡Un abrazo grande!
Carmencita, que maravilla tus viajes y me encanta recorrer este remoto lugar ( y muchos otros) a través de tus ojos. Muy feliz año y con muchos mas viajes. Un abrazo
Genial está crónica cuasi cinematográfica, vamos entrando con los visitantes en tiempo real.. nos impresiona su población de gatos en medio de piedras medievales, solo falto el aroma para sentirnos ahí!
Gracias a Bendito planeta por hacernos soñar con esos rincones!
Gracias. Muy interesante comentario.
Que viaje tan facinante! Hasta ahora no sabia mucho de Montenegro y menos de Kotor. Gracias por compartir las fotos tan buenas y un poco de la historia de este sitio tan misterioso para mi.
Mil gracias Carmen por mostrarnos este precioso lugar, sin duda será un destino futuro. Felicidades para tí y todo el equipo que te acompaña!
Se ve precioso Kotor
Por favor incluyame en sus contactos para recibir otros materiales de viaje tan ineresante como este
De antemano , muchas gracias
Gracias por tu interés, Luis. Nos haces muy felices. Ya estás inscrito en el despacho de http://www.benditoplaneta.cl, por lo que a partir del próximo fin de semana ya comenzarás a recibir otro de estos viajes de ensueño.
Qué ciudad más linda Carmen !!!.
De una arquitectura madura y asentada. Cuánta coherencia en la forma de sus edificaciones. Nos debe llamar la atención que los techos de los edificios tienen (casi) una misma inclinación y, por lo que se ve, un mismo material de cubierta (parece teja de arcilla). Si es una norma, bien por el legislador. Si es un uso y costumbre, mucho mejor por sus habitantes.
Cómo disfrutar de esa escala humana propia de la ciudad medieval. Caminable y de una solidez que hace renegar de esas modas pasajeras que afectan al mundo occidental, como el postmodernismo; las casas de estilo mal llamado «mediterraneo»… Y tantas otras modas.
En fin, que el péndulo vuelva a su centro.
Infinitas gracias por compartir tan linda experiencia.
Qué interesante, Miguel, tu punto de vista como arquitecto.
Muchísimas gracias por aportarnos conocimiento en un punto que ni siquiera me había dado cuenta.
No te detengas nunca en abrirnos los ojos. Para nosotros es oro…
Muchas gracias Carmen por tu relato sobre Kotor, supuestamente el lugar de nacimiento de mi abuelo croata Eduardo Tironi Romano a fines del 1800. Es por eso que hemos organizado junto a mis hermanos y hermana un viaje al lugar de las raíces esta próxima primavera y es por ello que tu reportaje nos ha caído como anillo al dedo.
Qué extraordinaria noticia me has dado, Pablo. Estaré pendiente de tu regreso porque me estarás debiendo un reportaje. ¡Hermoso regalo de Año Nuevo…!
Que lindo reportaje Carmen, siempre he querido ir a Montenegro. Ahora con tus fotos tendrá que ser un destino con prioridad. Las fotos son fantásticas ♥
Feliz año!
Carmen, espero visitaste la Iglesia en la isla. Es pequena pero llena de recuerdos. Subir al tope del Castillo te da una vision total del lago y los alrededores, pero la subida es dura. Gracias, esto trae grandes recuerdos.