Para quienes  disfrutan de lugares poco conocidos -donde la industria del turismo todavía no llega en masa- en el noreste de Brasil hay playas, ríos y pequeños poblados que quitan la respiración.

 

Texto: Mariana Merino

 

Si alguna vez soñó con ser una especie de explorador, llegando a una isla que parece casi desierta, atracando el bote lo más cerca posible de la costa para descender en el agua y recorrer dunas y senderos de arena, el parque nacional Lençóis de Maranhao es su próximo destino. Una opción es iniciar su recorrido en San Luis, ciudad colonial declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Fundada originalmente por franceses, fue conquistada luego por portugueses y, por un corto periodo, administrada por holandeses. Esa mezcla europea le da valor a sus edificios, aunque prima la esencia portuguesa de las fachadas cubiertas por azulejos. No es Salvador de Bahía, pero vale la pena quedarse un día o dos. Si lo hace busque alojamiento en el centro histórico. Hay edificios antiguos convertidos en hoteles muy atractivos. Si tiene tiempo, puede cruzar por el día a una isla en frente, llamada Alcántara, donde las familias adineradas tenían sus villas de descanso, guardando las proporciones, como ocurría entre Lisboa y Cintra. Eso sí, aquí y en toda esta zona de Brasil, hay que estar atento al flujo de las mareas porque durante el día el mar retrocede kilómetros y al anochecer ya cubre todas las playas.

 

 

Ubicado al noreste de Brasil, Lençóis de Maranhao es un lugar desconocido incluso para muchos brasileros. Con muy poco desarrollo económico y turístico, inicialmente los franceses se instalaron en Canto de Atins, localidad a la orilla de este parque nacional que enfrenta el océano Atlántico. En portugués, Lençóis significa “sábanas“ y es el nombre que se le dio por tener un paisaje casi lunar, lleno de dunas de arena casi blanca que se expanden por kilómetros. La mejor época para visitar esta zona es desde fines de junio a septiembre, término de la temporada de lluvias, cuando los vientos todavía son moderados y se conforman cientos de lagunas de agua dulce que crean un escenario inédito. Para los que gustan de  disfrutar más intensamente la naturaleza -como a los fanáticos del kitesurf o windurf- el período ideal es entre octubre y diciembre, constituyendo siempre un destino inigualable.

 

 

La aventura comienza desde el momento en que uno decide cómo llegar a la zona, conocida como la “Ruta de las Emociones”. Si bien uno puede partir desde San Luis, igualmente el recorrido puede realizarse desde Fortaleza, capital del estado de Ceará, desde donde se seguirá camino hacia Jericoacoará. De ahí a Parnaíba y navegar por el delta (el más grande de América y el tercero en el mundo) atravesando durante horas manglares, dunas y playas. Pero, también se puede ir directo a Barreirinhas para llegar luego a los Lencois.

 

 

Atins, el pueblo que bordea los Lencois, es prácticamente una isla entre el delta del río Preguicas y el océano Atlántico: un pequeño poblado de pescadores que de a poco va adquiriendo un tono más turístico por la cantidad de gente que llega a practicar deportes náuticos. En Atins no hay calles ni muelle. La opción es tomar un bote desde Barreirinhas (ver recuadro) y navegar una hora por el río Preguicas. Hay botes regulares, como también se puede contratar una excursión privada. Al llegar, los pescadores te acercan el bote a la orilla y hay que saltar y caminar por el agua hasta llegar a tierra. Por lo mismo, es mejor llevar mochila que una maleta. Las calles son trazados en la arena. Hace solo un par de años llegó la luz. Por eso, los vehículos 4×4 constituyen el único transporte útil para realizar las expediciones.

 

 

Dado que los franceses expandieron el desarrollo turístico, toda esa zona está marcada por un turismo casi exclusivamente europeo. Es de la mano de estos nuevos inquilinos que se han construido algunas posadas y restaurantes de buen nivel, a la vez que algunos locales han convertido sus casas en posadas, por lo que existen diversas opciones de alojamiento y precios.  También en el pueblo se ofrecen numerosas excursiones para llegar hasta los Lençóis. Hay recorridos de día completo o de mediodía.  Parte imprescindible del paseo es zambullirse en las lagunas, y disfrutar del paisaje y de un silencio absoluto. Un hito importante y el punto final del día es siempre la ceremonia de ver el atardecer. En esta zona todo se detiene para ese ritual que marca el fin del día. Y para quienes han soñado en caminar por un desierto, existe la opción de hacer trekking de varios días a través del parque nacional. Se atraviesan dunas y las lagunas en lo que es una experiencia única.

 

 

Advertencia: Esta ruta no es para personas que busquen hoteles cinco estrellas. Aquí el lujo está en gozar de paisajes casi vírgenes, desconectarse del mundo y disfrutar de la naturaleza. Hay posadas, hosterías y restaurantes de buen nivel pero sencillos, donde destacan los materiales naturales y una cocina en base a los productos de la zona.

 

COMO LLEGAR
  • Sao Paulo/ San Luis de Maranhao o ciudad de Fortaleza: múltiples vuelos de conexión a través de aerolíneas locales.
  • Santiago/Sao Paulo, vuelo directo vía LATAM – ww.latam.com, aerolínea que esta semana anunció que -ante el contexto mundial de la propagación de COVID-19, implementará nuevas medidas de flexibilidad que facilitarán la decisión de viaje de los pasajeros. De aquí que hasta el 22 de marzo de 2020, sus clientes, con reservas de vuelos internacionales hasta el 31 de diciembre, podrán agendar sus viajes con la opción de realizar un cambio de fecha y/o destino, permitiéndose un cambio por ticket, sin multa, hasta 14 días antes de la salida del vuelo.

 

 

Y si le interesa empaparse más sobre Brasil, este jueves 12 de marzo, a las 19:30 horas, habrá un recital en el Parque de las Esculturas (Ave. Santa María 2205, Providencia) con un repertorio que recorrerá la sonoridad moderna y clásica de esta cultura. Más en http://culturaprovidencia.cl/evento/musica-del-mundo-brasil/

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