Estando en Berlín, me llamó la atención que existiese el Museo del Espía porque ¿qué podría algo ser más secreto que el mundo del espionaje. ¿Y sería posible que yo tuviera la posibilidad de conocer lo desconocido? ¿Y sobre todo en Berlín, ciudad que fuera la capital del espionaje en los momentos más álgidos de la Guerra Fría? ¿Sería broma?…
E ingresé… El museo se veía atractivo desde fuera. Además visible hasta en colores llamativos, ubicado al lado del Mall de Berlín, frente a la Potsdamerplatz. Me sorprendió también la cantidad de jóvenes que esperaban entrar y que, una vez dentro, seguían de manera interactiva la historia de los servicios secretos. Comenzando con épocas pretéritas como la de Lisandro, general y político espartano que derrotó a los atenienses el año 395 AC, llegando finalmente al triunfo total en la Guerra del Peloponeso. Abierto a público recién el 2015, el museo exhibe innumerables métodos clandestinos que los gobiernos han utilizado durante los años para recopilar, analizar y evaluar información. Aunque si bien los espías jugaron un rol decisivo en el desarrollo de la Primera Guerra Mundial, se asegura que ha sido imposible determinar cuánto contribuyeron los servicios de inteligencia, porque entonces se desconocía la tecnología que hoy nos parece normal. En esos tiempos, los espías se reclutaban al pasar, se formaban en la práctica, eran amateurs sin ningún entrenamiento y finalizado el conflicto, retornaban a sus casas. Solo se requería ser experto en idiomas, saber algo de criptoanálisis y otro tanto sobre la población local.
Sin embargo, al parecer, todo comenzaría a cambiar de una manera más bien simple. En enero de 1917 se descubre “el telegrama Zimmermann”, en que decodificadores británicos decifraron que el canciller alemán Arthur Zimmermann le ofrecía al gobierno mejicano una alianza militar contra Estados Unidos. El plan enfureció a Washington, que abandonó la neutralidad. La tecnología de entonces -como telégrafo, teléfonos y radio trasmisores- no solo aceleraron la comunicación militar, sino que generó nuevas formas de espionaje para intercambiar secretos, iniciándose una lucha entre creadores de códigos y decodificadores. La fotografía, como instrumento de reconocimiento, fue clave. Se montaron cámaras en aeroplanos, globos que fotografiaban concentraciones de tropas, y pequeñas cámaras con timers automáticos que se adosaban a palomas mensajeras. Hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial, la guerra total.
Los que estaban ahora en el frente, habían adquirido un mayor nivel de profesionalismo, logrado aún antes del estallido de la guerra en 1939. Si, el desarrollo tecnológico expandió dicho conocimiento y les dio una ventaja sin precedentes. Tanto las fuerzas armadas como las unidades paramilitares tras las líneas enemigas, se apoyaban en espías para precisar sus operativos. En cuanto a contrainteligencia, las fuerzas aliadas apoyaron labores de resistencia, como la que proporcionaron en Francia y la Unión Soviética con armas, radios y mapas. Los sabotajes y los asesinatos estuvieron a la orden del día. La Guerra Mundial dejó a Europa en ruinas y al mundo dividido entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Pero, en ningún lugar del mundo el viento sopló más gélido que en Berlín, que quedó dividida entre ambos poderes rivales. Los agentes -que pasaban de un sector al otro- podían recopilar cualquier cantidad de información con cada nuevo método tecnológico que se descubría. Sin embargo, aunque hasta entonces jamás se habló de un arma atómica, su búsqueda ya venía incubándose desde los años ´30. El primero en dividir el átomo y aprovechar su poder para medios militares fue Estados Unidos. En tanto los soviéticos, tras infiltrarse en las instalaciones de Los Alamos (en Nuevo México), lograron usurparlos y, en 1949, mostraban su propia bomba. Sin importar que fuera a través de medios justos o no, ambos poderes persistieron por mantenerse a la vanguardia para equiparar el equilibrio nuclear.
CASOS DE ESTUDIO
- Josephine Baker -bailarina, cantante, mujer afroamericana- quien nació pobre en Missouri y llegó a los más altos niveles como espía para Francia.
- El robo de identidad de muertos o desaparecidos. Como el caso de los dos agentes rusos, Heidrun y Andreas Anschlag, detenidos el 2011. Ambos entraron a Alemania en 1990, via México con papeles austríacos falsos, enviando desde entonces secretos a Moscú desde la Unión Europea y la OTAN.
- George Blake, nacido en Rotterdam, doble agente al servicio de la Unión Soviética, distinguido finalmente en Moscú como miembro honorario de la KGB.
- El el asesinato del presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, en 1963, catalogado como la madre de todas las conspiraciones, del que jamás se obtuvieron pruebas concluyentes, aunque se apuntara como culpables a Lee Harvey Oswald, a los barones del petróleo en Texas, e incluso la CIA y al FBI.
- El líder palestino Yasser Arafat, del cual no han cesado las teorías sobre su muerte el 2004. Científicos suizos, que analizaron sus restos, comprobaron la existencia altos niveles de polonio 210, un compuesto radiactivo altamente tóxico, pero el caso jamás fue aclarado.
- Harold Philby, apodado Kim, trabajó como doble espía británico, suministrando información al Kremlin durante 30 años antes de huir a Moscú en 1963.
- Alexander Litvinenko, ex espía ruso, quien murió el 2006 en Londres luego de ser envenado con el letal polonio 210. La investigación realizada en Gran Bretaña le atribuyó responsabilidad al presidente ruso Vladimir Putin.
- En plena campaña electoral, Viktor Yuschenko fue envenenado el 2004 con una sustancia cancerígena del tipo TCDD (mil veces mayor a la concentración normal en la sangre), que le desfiguró el rostro. Sobrevivió, fue elegido presidente de Ucrania, pero falleció 5 años después.
LLEVADOS AL CINE
- The Real Inglorius Bastards. Cinta sobre Wolfgang Welsch, nacido como Frederick Mayer en Alemania y espía de los Aliados, quien murió el 2016. Años antes, en 2012, se filmó su heroica superviviencia tras caer en paracaídas sobre glaciares en Los Alpes.
- Fair Game, drama autobiográfico basado en las memorias de Valerie Plane, espía de la CIA, y de su marido, el diplomático Joseph Wilson.
- “El Topo”, adaptación de la novela de John Le Carre, basada en el famoso escándalo de Kim Philby, uno de los cinco estudiantes de la Universidad de Cambridge que reclutó la KGB en los años ´60.
- El puente Glienicker (entre Potsdam y Berlin Occidental) que en 1985 fue escenario del más espectacular intercambio de espías. Su trama, dirigida por Steven Spielberg, fie estrenada el 2015 como “El puente de los espías”.
Se dice que en la vida, todo al final se sabe. Uno puede demorarse un poco más o un poco menos, pero en definitiva la verdad surge siempre. Aunque en el mundo del espionaje…
Muy entretenido Carmen. Genial y lúdico.
Que entretenido!!!! El mundo del espionaje muy desconocido…al menos para mí! Excelente!
Como siempre mi querida Carmen, muy buen reportaje. Felicitaciones
Estimada Carmen:
Muy interesante reportaje.
Felicitaciones por él y por tu Revista que redifundimos en ACHEI.
Excelente reportaje como siempre. Aunque esto debe ser la punta del iceberg en un tema tan delicado como este
Para no creerlo. Uno siempre diciendo que esto solo aparece en novelas o películas, pero a la larga la historia muestra lo contrario.
Excelente y entretenido reportaje de una época histórica y casi ingenua a la luz de la mirada de hoy. Los sofisticados medios tecnológicos actuales, la amplia observación a que cada ciudadano está sometido , la pérdida de la privacidad, el poder de Google y otros, hacen parecer muy primarios los métodos de aquellos años.
Gracias Carmen, a través tuyo viajamos y conocemos más en profundidad lo que a veces se vé en cámara rápida.
Querida Carmen, muy entretenido e informativo tu escrito, pero al mismo tiempo confirma que nosotros, la humanidad, no estamos nunca contentos con lo que hacemos y tenemos.
Cambiara esto algun dia?
Eduardo Galvez
Estimada Carmén,
Te agradezco me tengas en la lista. Tus reportajes realmente son muy entretenidos, tanto el de Irlanda como este. Muchas Gracias!
Eduardo