Puede que ocurra lo mismo en todos los centros de peregrinación mariana en el mundo. No tengo cómo comparar el de Fátima con el Santuario de Lourdes, en los Altos Pirineos de Francia, o el de la Basílica de Monserrat, a 20 kilómetros de Barcelona. Pero, estando nuestro grupo en Portugal y ansiando tanto conocer este centro religioso, ubicado entre Lisboa y Oporto, quedé con esa extraña sensación que ojalá el marketing no nos consuma también a nivel espiritual.
Llegamos al Santuario felices. Todos, de alguna manera u otra, sabíamos de la importancia que reviste para la Iglesia Católica el tema de los Tres secretos de Fátima, en que la Virgen María se habría aparecido en 1917 a tres pastorcitos de 10, 9 y 7 años (Lucía, Francisco y Jacinta), haciéndolos partícipes de los peligros que se cernían sobre la humanidad, e instándolos a mayores sacrificios y a rezar el rosario. Uno podrá hacerse mil preguntas: ¿Habrá sido todo producto de la imaginación infantil, exacerbada por la religiosidad de su entorno? ¿Cómo se gatilla esa fina comunicación que tuvo lugar entre Lucía y el Ángel para presagiar, a sus 10 años de edad, las dos Guerras Mundiales y la conversión de Rusia, entendida ahora como el fin de la Guerra Fría y la caída del Muro de Berlín? Según nos explica nuestro guía, Gerardo Atienza, si bien los dos pequeños solo veían a María, era Lucía quien se comunicaba con la imagen divina que se les apareció 6 veces en el transcurso de 6 meses, provocando tanto fervor hasta la actualidad que al año llegan hasta el Santuario de Fátima unos 9 millones de peregrinos, solicitando o agradeciendo algún favor que se les haya sido concedido.
Nosotros seguimos paso a paso el mismo rito que cumplen los peregrinos que llegan hasta Fátima. Tomamos una vela (que no se cobra), a fin de solicitar con ella nuestro pedido al cielo. Al escoger su grosor, se deja una donación, la encendemos acercándonos al fuego incandescente que flamea en una especie de parrilla al costado, y ahí la dejaremos hasta que se consuma por completo. En la fotografía Andrea Cavada, quien fue coordinadora del grupo que nos llevó a Portugal y quien nos guió en cómo acatar esta costumbre religiosa de la manera más fiel posible.
El Vaticano, que por años se mantuvo escéptico sobre las apariciones, recorrió un largo camino antes de aceptar el primer milagro anunciado por Lucía (el “baile del sol”) que tuvo lugar el 13 de octubre de 1917 ante 70.000 personas. En YouTube, usted encontrará decenas de videos con testimonios, explicaciones e historia de sus protagonistas, incluyendo la canonización de Francisco y Jacinta, quienes fallecieron -con diferencia de meses- dos años después de las apariciones, debido a la fiebre española. La historia sobrecoge y su prueba es la magnificencia que se construyó la Basílica de Nuestra Señora del Rosario, el respeto con que uno observa el árbol en que el Ángel se apareció ante los pequeños por primera vez, la Capilla de las Apariciones que la Virgen habría mandado construir, las pinturas de sus columnas laterales de la Basílica (en que cada una pudo ser un altar) y al extremo opuesto de la enorme explanada -donde se realizan las procesiones masivas- la moderna Basílica Menor de la Santísima Trinidad, inaugurada en 2007, con profusa información sobre la espectacularidad de los hechos, que impactan aunque uno sea creyente o no.
Juan Pablo II, a través de imágenes y de su estatua, está también aquí presente. Y es que para la Iglesia Católica, él encarna la materialización del tercer secreto (“que el Papa sufriría un atentado, pero que no perdería la vida”) cuando un asesino turco a sueldo le disparó en Roma el 13 de mayo de 1981, Día de la Virgen de Fátima. El Sumo Pontífice regresaría a Fátima un año después, el 13 de mayo de 1982, en agradecimiento a la Virgen por haberle salvado la vida. En sus palabras, “una mano disparó la bala, pero otra (la de María) la desvió”. Con un detalle, según nos confirma Gerardo Atienza: “Juan Pablo II trajo la bala que le sacaron del corazón, la que encajó perfecto por debajo de la parte alta de la corona de la Virgen. Entonces”, nos pregunta, “¿cómo es posible que una corona hecha 50 años atrás, en los años ´50, encontraría un espacio perfecto por donde vas a meter la bala?”.
Toda esa hermosa energía, para mí, se hubiese prolongado por siempre si no hubiese sido por el local de ventas, el edificio al que nos llevarían al finalizar el tour para adquirir recuerdos de Fátima. Estatuas de la Virgen en todos los tamaños, de todos los precios, llaveros, artesanía y un sin fin de productos, dirigidos a saciar vía marketing el consumo reflejado también a nivel espiritual. Algo que no logro procesar todavía. Sé que obedece a una demanda natural por conservar un recuerdo, pero reconozco que el exceso me descolocó.
Aproximadamente permanecimos unas 4 horas en Fátima, recorriendo cada rincón posible al interior de la Basílica Mayor. Sin embargo, el recuerdo más querido que yo guardo del Santuario es el crucifijo próximo a la Basílica Menor, en que los trazos de un Jesús en la cruz se alza sin protección solo, desnudo y oscuro…
Demás está decir que usted no podrá irse sin conocer, en las cercanías, las casas donde nacieron los pastorcitos y los lugares que recuerdan las apariciones que, le aseguro, usted recorrerá casi en silencio. También se emocionará al encontrarse hoy aquí con escolares, llevados por sus maestros a jugar en los alrededores y revivir la historia de estos tres pequeños -tan parecidos a ellos en edades- que fueron los inocentes protagonistas de un evento que conmovió en la política mundial.
¿Que nos faltó tiempo para conocer más? Muchísimo… Yo me quedé sin ingresar a la Basílica de la Santísima Trinidad, cuya cruz me impactó tan pronto ingresé a la explanada del Santuario. De lo cual, hasta el día de hoy me siento en deuda.
Muchas gracias Carmen
Maravilloso tu comentario sobre Fátima. Yo estuve en el pueblo, pernocté, pero nos fuimos temprano en la mañana por lo que conocí muy poco de esa localidad y ahora con tu relato logró resarcirme de todo lo que me faltó por conocer.
Creo absolutamente en la aparición de la Virgen y toda la leyenda que surgió de ese extraordinario acontecimiento. Yo sentí la presencia de la Virgen en todo mi viaje a Portugal: una sensación de paz, alegría y amor por la vida como nunca he vuelto a sentir en mi vida.
Bueno, doy gracias a Dios por haber sentido el manto de la Virgen protegiéndome durante todo el viaje a Portugal.
Todo aquello que ocurrió durante seis meses en las apariciones de la Virgen en Fátima a esos tres pastorcillos, la bala que perforó el cuerpo del Santo Padre no pueden ser inventos de una imaginación exarcebada por lo que yo me atrevo a decir: YO CREO en esas apariciones benditas.
Ahora, lo del comercio, es algo propio de un pueblo pobre como Portugal.
Todo mi respeto para ti, Jrisí… Qué bendición haber estado recordando verdaderamente un acontecimiento extraordinario. Y yo entiendo que la fe es un regalo. Si no creyéramos en algo (pensemos en el Universo), la vida sería demasiado plana. Te confieso que yo tomé 3 velas con mi petición al cielo y creo que, junto a muchas otras pruebas de buena energía, se cumplió lo que yo ansiaba. Pero, ¿quién sabe cuál es la más estricta verdad? Lo importante es que todo está bien…
Así es Carmelita.
Hola Carmencita
Realmente maravilloso ese lugar qué esperamos conocer pronto! Yo tengo una FÉ enorme en la Virgen y estoy absolutamente convencida que al Papa Juan Pablo II, lo salvó la Virgen de Fátima!
Mil gracias por estos preciosos lugares qué nos llevas en tus reportajes, para conocer!
Felices fiestas patrias 😍🇨🇱
Dear Carmen,
Exploring our spiritual life in all its forms is essential.
Thank you for another wonderful moments in Bendito Planeta!
C
Tienes toda la razón…
Sigo agradeciéndote cada recuerdo de nuestro bello viaje por Portugal, Fátima me encantó, la casa de los pastorcitos fue maravilloso, ver cómo aún conservan todo , sentir esa paz y sentirse aunque sea muy lejana la experiencia parte de este milagro, súper agradecida de poder haber estado ahí en donde nuestra señora se manifestó fue algo mágico , especial donde no olvidó la sensación de paz y recogimiento que sentí, con tus relatos vuelvo a recordarlos y me siento bendecida de haber estado en ese lugar lleno de amor .
El Santuario de Fátima… un lugar inolvidable, por cierto. Gracias Carmen por traerlo a la memoria. (Recién puedo concentrarme en tu artículo, ya que entre el 13 y el 22 del mes he estado out of order.)
Creo que Fátima conmueve tanto a los creyentes como a quienes no lo son. Yo lo viví como una experiencia profundamente espiritual, sin estar adscrita a ninguna iglesia específica …pero bajo el don de la fe. Experiencias escasas en el mundo de hoy, en que suele prevalecer lo práctico y lo impermanente, esa «modernidad líquida» , en que todo se escurre entre las manos, al decir de Z. Bauman. Encendí un velòn en nombre de mis familiares más drectos, a quienes no dejo de llevar en mi corazon, y estoy segura que, desde ese recinto cargado con la presencia de la virgen, su luz no fue en vano. En cuanto al marketing que tu señalas, aunque comprensible, resulta muy difícil de tolerar. Al menos ese fue mi sentir. Habría que echar á «los mercaderes del templo»
De: Víctor Lizárraga
Muchas gracias Carmen por tu artículo. He tenido la oportunidad de leer varias veces el milagro de Fátima, pero es distinto tener una expresión personal de lo ocurrido y el lugar de los hechos.
Nuevamente gracias.
Víctor