TEXTO Y FOTOGRAFÍAS: Cecilia Montero
Doctorada en Sociología de la Universidad de París, Cecilia a menudo regresa al país que ella conoce en detalle. No obstante, a pesar de cuán profundo sea su cercanía sobre el día a día de la vida parisina, hubo instancias en este último viaje que le llamaron especialmente la atención.
Hay ciudades que uno puede visitar incansablemente, husmear en los rincones y tesoros que no se ven a primera vista, aún más si están vivas, en constante reinvención. Eso me ha ocurrido con París, ciudad a la que llegué a radicarme mediados de los años 70 con dos niños pequeños, donde hice mi carrera profesional, hasta que llegó el momento de retornar a la tierra familiar. He regresado a Francia, por razones laborales, al menos cada dos años. La siento como mi segunda patria y, a la vez, la redescubro con los ojos de otra edad.
Esta vez viajé con una nieta universitaria que decidió proseguir sus estudios en la Sorbonne. Me propuse mostrarle esos rincones -para mí más familiares que turísticos- que son parte del modo de vida local. Un periplo a la carta, entre trámites administrativos y largas conversas en los cafés. Nos dimos tiempo de lo que allá llaman flâner: deambular entre los boulevards más aburguesados de la era hausmaniana (fines siglo XIX) con esa pátina amarilla inconfundible de la piedra tallada, y caminar una y otra vez entre las callecitas adoquinadas de fachadas blancas del barrio latino.
Aprovechando un verano que no acaba, la juventud se vuelca a las terrazas. Se respira un ambiente alegre, distendido y a la vez ordenado. Como si el casco urbano tan bien trazado y la cultura local pautearan una vida social sin desbordes. Frente al Carrefour de l’Odeón, tomamos el encantador pasaje Saint André, en busca del Procope, el primer café de París (fundado en 1686). De pronto nuestra caminata se convierte en un paseo por la historia de la Revolución Francesa. Levantamos la vista y descubrimos una leyenda en piedra. Está todo allí, como libro abierto. Leemos que en unos los talleres de ese pasaje se fabricó la primera guillotina. En el Nº 20 vivió Dantón antes de que lo arrestaran. Y en la imprenta que funcionaba en el Nº 8, Marat imprimió el periódico “El amigo del pueblo”, 1793. ¡Cuantos años nos separan de esos hitos que cambiaron el rumbo de Occidente!
Un siglo después se construía, en el corazón de la ribera norte (rive droite) la imponente sede de la Opera de París, diseñada por Garnier y trabajo supervisado por Haussmann, el urbanista favorito de Napoleón III. Un edificio de tamaño y formas monumentales, con frisos en oro y bronce, inspirados de la mitología griega, a lo cual se fueron agregando bustos de grandes compositores. Pero este verano de 2023, el palacio Garnier se esconde a la vista de los paseantes, ya que está en plena restauración. Un artista osado y un tanto irreverente tuvo la idea de esconder los andamios que afeaban el lugar con un lienzo gigante que lo envuelve completamente. Lo que vimos nos dejó estupefactas, una suerte de caverna que penetra y parece hacer explotar el edificio.
El osado artista es JR, un fotógrafo que explica así su intervención. El lienzo representa la entrada de una caverna, en referencia a la alegoría de Platón, símbolo del conocimiento y comprensión del mundo. Una suerte de herida abierta, en blanco/negro, que parece haber destripado la fachada del célebre edificio. Alusión a las escenografías de la ópera, a los códigos románticos del siglo XIX, atrapados en un doble movimiento temporal. Por una parte, las ruinas que evocan la fragilidad de los monumentos parisinos y, por otra parte, su carácter eterno. Al mismo tiempo se observa una obra en reconstrucción permanente, trabajos reales y necesarios. Como no mencionar al respecto la catedral de Nôtre Dame, cuya restauración lleva ya varios años.
Nos fuimos así, de sorpresa en sorpresa, hasta llegar al municipio de París, donde nos encontramos con…Chile 50 años. En plena fachada, entre los símbolos de los próximos Juegos Olímpicos, se conmemoraban los 50 años. Al frente, toda la explanada estaba ocupada por una exposición fotográfica alusiva al 11/9/1973. Lo que no podía sino inspirarme para contarle a mi nieta en las condiciones como llegamos con mi pequeña familia a la bella ciudad de la luz. Eternamente agradecida por la oportunidad de tener una segunda patria.
Diseño webpage: María Eugenia Vargas
Emocionante el relato. Gracias. MT
Que emocionante leer y conocer las vivencias más íntimamente de nuestra querida compañera de colegio Cecilia Montero, cuando vivió en el Paris de esa época y a pesar de que ha vuelto muchas veces, recorrerlo y mostrárselo a su nieta y a nosotros. Felicitaciones!!
Goce el escrito de Cecilia y dan ganas de ir con ella a descubrir esos rincones únicos de París que enamoran
Hermosos recuerdos, gran pluma Cecilia, ha sido gratísimo saber de tí. La vida cada ciertos tiempos en el transcurso de la vida me cuenta de tí. El la PUC; luego ser tu vecina disfrutando tu Centro de Yoga y ahora, a través de esta preciosa nota. Cariños.
Muy bonito reportaje a mi amiga y compañera de colegio Cecilia Montero.
Emocionante poder mostrarle a su nieta la vida parisina que ella vivió.
Gracias Carmen y Cecilia por escribirlo.
precioso reencuentro con el país de acogida, esta vez con tu nieta mayor! Lindos recuerdos traspasados a un ser querido, para que no haya olvidó.
Viaje con Cecilia y su nieta ( de hecho desee haber estado recorriendo con ellas)
Una mirada íntima de esta inolvidable ciudad, que siempre es agradecida
Hermoso y emotivo relato, como si estuviese caminando con ustedes por esas calles y por esos tiempos históricos que se mezclan con el presente. Agradecida también de tener esa segunda patria.
Sol (hija de Cecilia)
Me encanta la manera en la que la escritora nos destapa diferentes capas de la hermosa París. Se agradecen también las fotografías y las ganas que surgen de volver a visitarla.
Que buen relato nos hace Cecilia, me las imagino (abuela y nieta ) caminando del brazo por Paris, enamorándose de la ciudad y fortaleciendo su nexo.
…de recorridos sonoros visuales y trasladables. Agradezco el viaje Cecilia de un pestañeo instantáneo lector.
Qué generosa eres Cecilia de compartir esta vivencia con tu nieta, quien no me cabe duda que le irá muy bien en la Sorbonne, y quien también guardará para siempre esta linda experiencia contigo.
Carmen, me encantó la nota de Cecilia.
Excelente relato!!!
Felicitaciones
Me fascinó este relato donde el pasado de la autora se envuelve con la mano del presente acompañado de su nieta que estudiará en La Sorbonne.
Excelente:que más se puede decir?