A pesar que el concierge del hotel en que me hospedaba me aconsejó que solo me demoraría 20 minutos caminando en llegar al Vieux Québec, me fui en taxi para no perder un minuto de mi estadía en la capital de la provincia de Quebec. Sin embargo, jamás imaginé que quedaría casi paralizada por la impresión de encontrar ante mí tanto encanto junto. En ese instante tuve claro que el sentido de mi viaje a Montreal -gracias a COPA Airlines–  había sido llegar a Quebec para impactarme con esta joya del Patrimonio Mundial, donde a cada instante, sea en calles, plazas y parques, todo recuerda a Samuel de Champlain, Padre de la Nueva Francia, quien la fundó en 1608. Vieux Québec es el sector más interesante de la ciudad, un recinto amurallado de estilo francés del siglo XVIII que llega hasta el río San Lorenzo. Tal como me lo recomendara el concierge, sus principales lugares a visitar están a menos de 20 minutos a pie unos de otros, en una ciudad peatonal por excelencia.

 

 

Si llega en taxi, como lo hice ansiosa yo, se encontrará de frente al Château Frontenac, uno de los hoteles más fotografiados del mundo, sitio histórico de Canadá, construído por la compañía Canadian Pacific Railway a finales del siglo XIX en estilo renacentista francés, a fin de promover el turismo de lujo en sus trenes. Un hotel que ostenta haber recibido a los Aliados de la II Guerra Mundial, donde el presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, el primer ministro británico Winston Churchil y el primer ministro canadiense  William Lyon Mackenzie King se reunieron en lo que fue la Primera y la Segunda Conferencia de Quebec en 1943 y 1944. Al ingresar, usted se sentirá a otro nivel de sofisticación, hoy gestionado por Fairmont Hotels and Resorts. Sobre la cima del Cap Diamant, el promontorio en que se encuentra la ciudad, el edificio se sitúa frente a la Terrasse Dufferin, un paseo entablado a la orilla del acantilado que ofrece una vista preciosa hacia el río San Lorenzo.

 

 

Usted podrá llegar a la Ciudad Baja ya sea en funicular o siguiendo el curso de Cote de la Montagne, la calle empinada que lo dejará justo en L ´ Escale, desde donde podrá observar el torbellino de gente que inunda al barrio Petit Champlain con turistas en tiendas, restaurantes y una población local orgullosa de su cultura francófona, todo en un ambiente de total seguridad. Aunque el 97% de las personas habla francés, comprobará que ellos se adaptan sin problemas al inglés si usted lo necesita. Y en este camino podrá admirar también el Fresque de Québécois, inmenso mural que ilustra los 400 años de ésta, la segunda ciudad más poblada de la provincia después de Montreal.

 

 

¿Le conté de la Basílica de Notre-Dame-de-Québec? A metros del Château Frontenac (bajando, en la primera bocacalle a mano izquierda) usted podrá visitar la primera catedral construida al norte de México y la primera elevada al rango de basílica en América. Sobre ella hablaremos en una próxima nota. Esto porque tanto la iglesia, como el Parlamento (la Assemblée Nationale) y la Citadelle, emplazamiento de las Fuerzas Armadas Canadienses -en cuyo interior está la segunda residencia del Gobernador General de Canadá- constituyen capítulo aparte.

 

 

Lo importante es que usted sepa cuán fácil es llegar desde Montreal a Quebec. En tren, seis horas si utiliza el moderno servicio que proporciona VÍA Railway Canada. Le agradará disponer a bordo de wifi durante todo el trayecto. Y admirando la campiña o trabajando en su computador, ni siquiera sentirá cuán rápido llegó a destino.