En Canadá, parte de la cautivante historia de la provincia de Quebec es haber mantenido el francés como lengua oficial a como diera lugar, todo a partir del coraje desplegado por sus primeros colonos que batallaron a morir por conseguirlo. A 380 años de su fundación, Montreal sobresale en la actualidad como la mayor ciudad de la provincia (bilingüe), la segunda más poblada del país después de Toronto y uno de los principales centros culturales, industriales y comerciales de Norteamérica.

 

 

A Montreal llegaría desde Santiago -vía Copa Airlines, con stop over en Panamá- donde almorzaría con un grupo de chilenos que compartieron sus historias. Entre ellos Aurora Loiselle, descendiente de las primeras familias que fundaron la ciudad, y quien reconoce que como adolescente siempre soñó con irse a vivir a Canadá. Su bisabuelo Moisés -que había emigrado a Chile junto a la misión católica de las Monjas de la Providencia- no regresó a Quebec jamás. Tampoco su abuelo ni su padre. Pero, las tías Loiselle le mostraron cartas de añoranza que le enviaban sus familiares. Y Aurora (cumpliendo su sueño de adolescencia) partió finalmente con marido e hijos rumbo a Montreal, el lugar donde los pioneros franceses implantarían la religión católica. Si bien Aurora encontró parte de sus ancestros en los archivos de la parroquia St. Marc-sur-Richelieu, ella persistió más allá en su búsqueda. Y en base al libro del clérigo De Jordy, publicado en 1927 (que confirma la existencia de familias Loiselles desde hace 300 años), ella daría con el primer Loiselle, cerrajero de oficio, que en 1647 haría de Canadá su hogar.

 

 

Sería, a su vez, Aurora quien me explicaría los alcances que tuvo la herencia cultural de Canadá en Chile, reflejada luego a nivel religioso: “En Santiago, el nombre de Avenida Providencia se originó con el establecimiento de las Monjas Canadienses de la Providencia a partir de 1853. En esa misión, iba la muy joven hermana Bernarda Morín, quien fue fundadora y sería superiora de la congregación en Chile. Por su extensa labor caritativa -que amplió hasta el sur del país, creando incluso en 1892 una escuela para indígenas en Temuco- el Presidente de la República, Arturo Alessandri Palma, le daría público reconocimiento, otorgándole en 1927 la Medalla de Oro, el más alto honor que el gobierno le entrega a un extranjero”.

 

 

De Aurora, yo me despediría frente a la Basílica de Notre-Dame, ese patrimonio histórico canadiense, donde luce imponente la estatua del fundador de la ciudad, Paul Chomedey de Maisonneuve, en Place d ´ Armes. Si usted viene, recomendaciones para ubicarse tan pronto arribe. Primero, súbase a un Hop On, Hop Off, ese doble-decker que desde su segundo piso usted puede sacar de pie todas las fotos que quiera. Luego a pie, teniendo como punto de referencia a la misma Basílica, camine recto hacia abajo (o doblando por cualquiera de sus calles), todas las cuales van a dar al Vieux Port, a orillas del río San Lorenzo. Disfrutará viendo gente entrando a restaurantes, bares, tiendas galerías y museos en un ambiente de vitalidad que no se apaga nunca. Como nos reiteró la abogada chilena Zaida Macías: “Montreal es una ciudad culturalmente muy rica, cosmopolita, donde se pone en valor la diversidad étnica. Una ciudad segura, donde se puede regresar a casa en Metro a las 11:00 de la noche de un espectáculo sin problemas”. Realidad que comprobará usted mismo. De aire europeo y arquitectura histórica, Montreal tiene una mezcla de estilo antiguo y moderno (aquí hay más de 80 rascacielos), con un nivel cultural de sus habitantes revelador. Su población es una de las que posee mejor formación a nivel mundial, registrando la mayor concentración de estudiantes universitarios per cápita en todo Norteamérica.

 

 

Tenga la seguridad que disfrutará deambulando por Saint-Paul, Saint-Pierre, Sainte-Catherine y Saint-Laurent en el Vieux-Montreal. Vaya a la Place Jacques Cartier, al obelisco en la Place d´Youville. También a Place Ville-Marie, que tiene el mayor centro comercial subterráneo del mundo (con más de 1.600 tiendas, ideal para los días de invierno). Tenga en mente al Oratorio de San José, la iglesia más grande de Canadá con la segunda cúpula más grande del mundo. Le encantarán, así mismo, esas simpáticas escaleras al exterior de las casas (para aprovechar mejor el espacio interior). El Museum of Fine Arts (el más antiguo de Canadá y líder en museos norteamericanos) es otro imperativo, tanto como lo es observar los murales callejeros que constituyen parte importante del trabajo artístico público (hay 264), supervigilados por un programa de arte al aire libre. Y para qué decir… Aquí están los headquarters de Cirque de Soleil, una de las compañías más grandes del planeta en arte circense contemporáneo, que emplea a más de 1.300 artistas de más de 50 países.

 

 

En cuanto a comida, son las distintas comunidades étnicas que se han instalado en Montreal las que aportan un  plus a la tradicional comida francesa: carne ahumada, poutin, bagels diferentes a los de Nueva York, sopas de cebolla en todos los menú, desayunos con french toasts y maple syrup. Aún siento no haber probado, por falta de tiempo, las colas de castor. Y así…  Es que la calidad de vida de Montreal es superlativa. El 2019, la ciudad fue rankeada #21 entre 231 mejores ciudades del mundo y la #4 en Norteamérica, encuesta que incluyó factores como política, economía, medio ambiente, servicios públicos, transporte y entretención… Yo ahora prosigo Vía Rail Canada hacia Québec City (la capital de la provincia), cuyo centro histórico fue declarado por la Unesco en 1985 Patrimonio de la Humanidad. Teniendo a esta famosísima ciudad a tres horas de distancia, ¿cómo podría perdérmela…?

 

Diseño webpage: María Eugenia Vargas