No recuerdo qué fue. Si la cara de tristeza que teníamos todos porque uno de nuestro grupo de viajeros se había perdido (solo temporalmente, gracias a Dios) o porque no nos resultó un publicitado almuerzo que, a fin de cuentas, decepcionó a la mayoría. La aclaración me la hizo recién Yazmín Lama, la más joven de los 26 chilenos que viajábamos en bus recorriendo Portugal: “Fue regresando de Oporto, cuando supimos que Marruecos (a donde viajaríamos dentro de dos días) abría sus fronteras, suspendiendo el test de covid, lo que nos dejó un espacio de tiempo libre”. Instante en que nuestro guía, Gerardo Atienza, nos anunciaría: “Los daré una sorpresa. Los llevaré a un lugar que les parecerá Venecia». Y ésta fue la imagen -de postal- con que nos encontramos al llegar y este es el relato sobre una joya que nos describió Yazmín.

TEXTO Y FOTOGRAFIAS: Yazmín Lama

El viaje de Oporto a Aveiro nos tomó 50 minutos: fueron 76 kilómetros, una excursión de medio día a la llamada “Venecia portuguesa”, una ciudad que se puede recorrer a pie o en bicicleta, que el mismo municipio ofrece de manera gratuita. Pero, quien conoce Venecia se llevará una decepción: es una Venecia a pequeñísima escala. Sin embargo, la forma más entretenida para ver sus canales es navegando en el moliceiro, una embarcación típica a motor, parecida a la góndola de Venecia pero menos romántica. El viaje cuesta entre 5 y 8 euros, dura 45 minutos y al llegar se aprecian paredes con pinturas a veces subidas de tono y otras con dibujos que rememoran momentos históricos.

Aveiro es una ciudad conocida por sus canales. Pero, también es recomendable visitarla por sus edificios modernistas. Y por los ovos moles, esos dulces típicos portugueses. Sus tres canales dividen a la ciudad en dos. La parte norte del canal principal lleva a las viejas casas de los pescadores de antaño. Hacia el sur se pueden encontrar los históricos edificios de la ciudad.

Hasta hace poco, los canales se usaron para transportar sal (la extracción salina continúa siendo hasta hoy parte importante de su economía) y algas que devenían en abono.  El puente Dos carcavelos era el punto de unión entre las salinas y los antiguos almacenes, donde guardaban la sal. Antiguamente fue un puente de madera y a mediados del siglo XX fue sustituido por el actual. Los puentes que cruzan los canales son una atracción espectacular.

La ciudad se deja dominar por la Ria de Aveiro, considerada una de las más hermosas e importantes de Portugal. Ría que resultó de la retirada del océano Atlántico, generando franjas costeras, las que desde el siglo XVI forman uno de los accidentes fluviales más importantes y bellos en toda la costa Atlántica. Para quienes visiten Aveiro, imperdible es la Fábrica de Vista Alegre con la más internacional de las porcelanas portuguesas, como también su Campus universitario, uno de los focos de investigación y docencia más importantes en el país: de hecho, un verdadero museo de arquitectura portuguesa. Un precioso viaje que se puede rematar con un delicioso bacalao.

Hasta hoy nos parece increíble que a pesar que haber permanecido en Aveiro solo unas pocas horas, a nuestro regreso sigue siendo enriquecedor seguir informándonos de esta ciudad, que no solo es una de las de mayor poder económico en el país, sino que en los últimos años ha recuperado el primer puesto en el nivel de calidad de vida e ingresos de Portugal. Una sorpresa sobre un destino que en un comienzo nos pareció pequeño, pero que en definitiva fue una sorpresa total.

NOTA DE LA REDACCION

Aquí Yazmín Lama, ya habiendo nuestro grupo de viajeros cruzado hacia Marruecos, donde finalizó nuestro tour. Gracias, Yazmín, por habernos hecho recordar esta maravilla de Portugal.