Antes de Fátima, esta villa costera -ubicada a 100 km de Lisboa- fue el centro de peregrinación mariana más importante de Portugal. Habrá perdido ese cetro en 1917, año en que para la Iglesia Católica la Virgen se le apareció a tres pastorcitos con un mensaje de oración para la humanidad. Sin embargo, hasta hoy las playas de Nazaré atraen cada verano a miles de turistas. Y en invierno, fanáticos de surf llegan hasta aquí para enfrentar olas gigantes (fascinantes, pero aterradoras) que han puesto a este pueblo de pescadores en el pináculo de la atracción mundial.

 

 

Por algunas horas nosotros visitamos Nazaré en mayo, a comienzos de primavera. Y desde su Mirador observamos su playa idílica, el casco histórico con la Catedral de Nuestra Señora de Nazaré y su población urbana bajo los acantilados. Con una historia de leyenda, como nos contaría nuestro guía, Gerardo Atienza: “Un lugar que adquiriría fama en 1182, cuando el cristiano Fuas Roupincho, quien se encontraba de cacería en la zona, se salvó de caer en los acantilados ocultos por la niebla, gracias a la acción de la Virgen, que detuvo al caballo de golpe, al borde del precipicio. En agradecimiento, hizo construir una pequeña ermita, la Capilla de la Memoria, dando origen a Nazaré”. Sea verdad o no la leyenda, lo cierto es que en el Mirador se puede ver la marca que la herradura dejó en la roca aquella mañana de niebla y desde el cual se tienen vistas espectaculares de la ciudad.

 

 

¿Por qué la importancia de la imagen de la Virgen en esa pequeña cueva? “Se la considera sagrada”, nos relataría Gerardo, “porque tiene 2000 años, se cree pudo haber sido hecha por San Jose que era carpintero, y porque fue colocada allí por dos curas que huyeron de un convento del sur de España cuando en 711 los moros invadieron la Península. Se salvaron y de ahí el milagro del sitio de Nazaré. Su agradecimiento lo registró también Vasco da Gama, quien vino aquí antes de iniciar su viaje a la India en 1498 y también cuando regresó”. Y así nosotros, bajando 20 escalones, ingresamos en silencio a conocer la réplica de  la morenita, imagen de la virgen tallada en madera negra, cuyo original se guarda en la Catedral.

 

 

Entre la Catedral y el Mirador, se instalan varios carritos de venta, en los que uno puede comprar frutos secos por uno o dos euros. Todos ellos a cargo de mujeres que visten sus típicos delantales bordados sobre 7 faldas de distintos colores. También desde la parte alta, se puede bajar a la Playa Norte, cuyo Faro muestra el sector más salvaje del entorno y que, como autoridad, mide las colosales olas de invierno.“Aquí se vió la mayor ola del mundo”, nos sentencia Gerardo. “Pero, no las vais a ver porque tiene que ser en invierno” (lo que no vimos)…

 

 

Pero, no se preocupe. En internet están todos los récords inimaginables, comenzando por el hawaiano y pionero del surf, Garret McNamara (cuya historia podrá conocer en la  serie documental “Ola de 100 Pies”, de HBO Max), quien se motivó por Nazaré en 2010 y en noviembre del 2011 ya surfeaba una ola de 23,8 metros. Y así eximios expertos llegan hasta aquí sin cesar. Como el portugués Hugo Vau, quien entró al libro Récord de Guinness a comienzos del 2018, tras enfrentar una ola de 35 metros, la más grande jamás surfeada. Desafíos que enfrentan únicamente aquellos que tienen consciencia que pueden morir.

 

 

Si bien el Faro mide la longitud de las olas, este fenómeno oceánico comienza a formarse en el Cañón de Nazaré, un valle submarino de 5.000 metros de profundidad y una extensión de 230 kms, cuya forma de embudo provoca estas olas monstruosas, ideales para los seguidores del surf extremo. Un espectáculo posible de observar entre noviembre y febrero, época en que las visitas van en constante aumento. Solo en 2017 el número de observadores superó los 175.000 turistas… Como ve, usted podrá elegir para venir cuando quiera porque Nazaré siempre lo sorprenderá. ¿Cómo no me iba a ir contenta?