No conozco otro sitio donde una iglesia se haya convertido en librería”, fue la frase con que nuestro guía, Gerardo Atienza, nos describiría esta villa ubicada a 88 kms de Lisboa, cuyo principal atractivo es su gran castillo de tiempos medievales, hoy una de las Siete Maravillas de Portugal y el mejor castillo preservado cerca de Lisboa.

 

 

“Solo después del Castillo de los Moros, que está en Sintra”, nos advertiría Gerardo, «el castillo de Óbidos adquiriría tanta relevancia». Esto porque la única función que tuvo la estructura de los Moros fue defenderse y detener las invasiones de los vikingos. En cambio el de Óbidos, si bien fue fortificado también por los árabes y conquistado por los cristianos en 1148 (con Alfonso Henriques como primer rey de Portugal), fue convertido en palacio -bajo el reinado de Manuel en el siglo XVI- y desde 1950 es una lujosa Pousada, donde se cena, se bebe y hasta se duerme con un libro en la mano.

 

 

La librería podrá contar con 50.000 textos antiguos a los cuales se tiene acceso. Su iglesia -siempre abierta- se la encuentra bajando en forma recta por la misma calle principal donde lo dejará el bus (que es la vía de mayor comercio). Y en ese mismo camino, usted se encontrará -al pasar, a mano derecha- con la Praça y la iglesia de Santa María donde, desde el siglo XIII, funcionó el mercado.

 

 

Aunque es un destino turístico importante, Óbidos pertenece a un pequeño municipio de 3.000 habitantes. No obstante, en la villa no viven más de 500 personas, las que en su mayoría arriendan a extranjeros sus casas y habitaciones. En un comienzo tampoco entendía por qué alrededor del castillo los turistas arrastraban consigo sus carry-on en medio del terreno pedregoso. Y era obvio. Aquí no entran automóviles.

 

 

La villa le impactará tan pronto usted ingrese. De sus cuatro entradas, la principal es la Puerta de la Vila o Puerta de Nuestra Señora de la Piedad, en que sorprende observar la existencia en su interior de una capilla con balcón, revestida de azulejos del siglo XVIII, un arte que a través del tiempo Portugal hizo suyo.

 

 

Un imperdible… Mientras recorre las callejuelas de Óbidos, no pierda la oportunidad y deténgase a probar la famosa Ginja, un vaso de chocolate con una fruta muy parecida a una ciruela, que se vende a la salida de cualquier local y que, para orgullo de sus residentes, es su marca.

 

 

La belleza de Óbidos es histórica. Tanto que se le denomina “La casa de las reinas”. De hecho, la villa fue elegida como regalo de bodas para las esposas de los monarcas, una tradición que inició la reina de Portugal en 1282 y que continuaron las reinas subsiguientes, quienes también quisieron dejar su huella. Re-invirtiendo los ingresos que cobraban por impuestos, ellas se abocarían a mejorar y conservar sus monumentos, de aquí que hasta hoy se mantengan impecables. Todo hasta 1833, año en que finalizaría la guerra civil portuguesa, conocida como la guerra de los dos hermanos o guerra miguelina. Aunque Óbidos escribiría en 1974 otra historia. Porque sería en este pequeño pueblo, donde se originarían las reuniones secretas que desembocaron en la Revolución de los Claveles, o revolución ciudadana del 25 de abril, que pondría fin en Portugal a 50 años de dictadura.

 

 

Si uno quisiera recorrer por lo alto las murallas defensivas del castillo, construídas en forma circular, existen varias escalinatas que rodean el pueblo. Sin embargo, no recuerdo que alguno de quienes integramos el grupo de 26 viajeros, hubiese intentado subirlas. Después de haber caminado tanto, ya solo ansiábamos subir a nuestro bus para regresar a Lisboa, esa hermosa capital portuguesa que nos robó el corazón y que fue nuestro hogar durante dos noches que se nos hicieron cortas.

 

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