En este legendario territorio (ubicado entre el Himalaya y Birmania,  y que estuvo prohibido al turismo hace hace muy pocos años), se celebra en los primeros 10 días en diciembre este famoso festival de la cultura Naga, un pueblo guerrero de antiguos cortadores de cabezas. A él concurren 16 tribus para mostrar sus asombrosas indumentarias, ritos y costumbres, en lo que es posiblemente la más impactante exhibición de grupos étnicos del mundo, junto con el Sing-Sing de Papúa Nueva Guinea.

 

TEXTO: Gregorio Schepeler

 

 

Para llegar, viajamos desde Santiago hasta el aeropuerto de Lokopriya Gopinarth Bordoloi (Borjhar, estado de Assam en el noreste de la India), uno de los siete estados del norte, unidos por menos de 30 kms con el resto del país. Son los estados cuyos habitantes tienen procedencia tibeto-birmana y de otras etnias tribales. Son culturas autóctonas que les ha llevado a pedir la independencia, muchas veces violentamente, al verse frustradas sus opciones políticas. Desde Assam, transitamos por Arunachal Pradesh hasta llegar al estado de Nagaland, nuestro destino principal, y lugar del famoso festival de Hornbill.

 

 

El estado de Assam es el más grande de los siete.  En el año 640, aparece por primera vez alguna referencia a este estado y en su historia se ha dividido varias veces: en 1963, se creó el estado de Nagaland; en 1972 Magalaya, Mnipur, y Tripura. Y en 1987 Misoram y Arunachal Pradesh. En este último, que significa “Tierra del Sol Naciente”, la mayoría de su población pertenece a 20 minorías étnicas, la mayor parte de origen tibetano y actualmente muchos inmigrantes de Bangladesh. Más de la mitad de la población es de la religión animista Dolyi Polo (adoradores del Sol y la Luna). Nagaland, que en hindi significa “Tierra de Desnudos”, es un estado verde, impetuoso, rural, de aldeas aisladas, con jerarquías propias en cada tribu, con sobre el 80% alfabetizados. Los misioneros bautistas han convertido a su religión al mayor porcentaje de su población, por lo que lamentablemente ha significado que han ido perdiendo sus tradiciones más ancestrales, de tipo animista, aunque se ha producido una sincretización entre estas creencias espirituales. Más de 80% pertenece a 16 tribus Nagas, de origen indo-mongoloide que carecen de idioma común y tienen más de 60 dialectos diferentes que incluso cambian de una comunidad a la otra. Sin embargo, se habla inglés, oficial de la India.

 

 

Nuestro objetivo era llegar a estos recónditos lugares en el extremo este de las cadenas montañosas de los Himalayas, donde las alturas son más benévolas, donde en medio de esta geografía ininterrumpida de cerros, existe un paisaje lleno de verdor por la invasión de árboles, plátanos, bambúes o helechos que se empinan buscando el sol en medio de quebradas o en pequeñas llanuras. Nos movemos en jeep y durante varios días somos los únicos turistas en medio de estas personas de rasgos mongoles, o birmanos o tibetanos. Avanzamos lento, por estos caminos angostos, repletos de curvas que suben y bajan.  No esquivan ningún accidente geográfico. Es un paisaje abrupto, desafiante. Así vamos conociendo diversas tribus que luego encontraremos representadas en el Festival de Hornbill, en Nagaland: como los Apatami, de la zona de Ziro con sus botones nasales y tatuajes; los Nishi y los HilliMiri, en Doporijo, que se peinan con un pequeño moño sobre la frente y otros. Todos con sus costumbres agónicas.

 

 

La capital del estado es Kohima, y a poca distancia se encuentra la ciudad de Kisama, donde se celebra el Festival de Hornbill en una especie de recinto ferial, con cada etnia a la cabeza de su propia casa/stand. En un hemiciclo, cada día hay bailes, donde participan las 16 tribus de Nagaland, más algunas de Arunachal Pradesh y de Assam con sus vestimentas típicas muy bien cuidadas. Un imperdible para quienes sueñen llegar.

 

 

COMO LLEGAR

Desde España, en avión hasta Calcuta, ciudad obligada de conexión para llegar a Dimapur, la localidad con el aeropuerto más cercano a Kohima, capital de Nagaland. Desde el aeropuerto, tomar un rickshaw, dado que los taxis urbanos no existen. Esencial tomar un tour organizado, dado que durante el festival, donde hay una docena de pequeños alojamientos en Kohima, es imposible encontrar plazas libres, salvo que se reserve con meses de anticipación.

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