Hace dos años, Jrisí regresó la tierra de sus padres. Y desde Atenas, esta periodista que fuera una de las relacionadoras públicas más activas del Teatro Municipal, nos recuerda a Corfú, la isla donde nació el Príncipe Felipe de Edimburgo, de donde escapó su familia cuando fue derrocado el Rey Constantino, y el lugar desde donde emigraron muchas familias griegas a Chile.

 

TEXTO: Jrisí Tefarikis

 

 

Corfú, o Kérkyra, pertenece al archipiélago de las Islas Jónicas. Está al noreste de Grecia, muy próxima a las costas italianas, por lo que tiene profunda influencia itálica. Está considerada como una de las islas más hermosas del mundo, y por ello la célebre emperatriz de Austria y reina de Hungría, Isabel de Baviera -más conocida como Sissi, que era muy culta y hablaba griego entre otras lenguas- decidió como última instancia al estar desahuciada por una enfermedad al pulmón, dirigirse a Corfú a respirar los aires de este benéfico lugar. Y se recuperó. Por tanto, construyó el conocido palacio Achilleion -basado en el héroe mítico Aquiles, protagonista de la Ilíada- que hoy en día funciona como museo por las mañanas, y por las tardes como casino y restaurante. Allí pasaba Sissi largas temporadas, ya que vivió gran parte de su reinado alejada de Austria.

 

Su capital, que se denomina también Corfú, es la ciudad medieval más grande viva en Grecia y hoy un centro refinado de turistas, donde abundan los europeos que tienen allí sus residencias de verano. Sus playas son de película. Y como la isla está alejada de las Cícladas o de otras islas más populares, el turista latinoamericano no llega hasta aquí. Esto porque, por lo general, los cruceros enfilan por el Mar Egeo. A las Cícladas, fáciles de reconocer, se puede acceder en un crucero que generalmente desemboca en Estambul.

 

 

Su evolución -dice la historia- está repleta de batallas y conquistas. Herencia de estas luchas son las fortalezas que sobresalen estratégicamente a lo largo de toda la isla, dos de las cuales rodean la capital, la única ciudad griega fortificada de esa manera. Por eso se la conoce también como Kastrópolis (ciudad de castillos). Su poblacion data del siglo XVIII, poderoso núcleo que estuvo durante siglos bajo el control de Venecia rechazando asedios otomanos, antes de caer bajo el control británico tras las guerras napoleónicas. En 1864, bajo el Tratado de Londres, las autoridades británicas constituyeron los Estados Unidos de las Islas Jónicas, fusionándolas con la Grecia moderna. Y el 2007 la Ciudad Vieja, el casco antiguo de Corfú, fue inscrita por la UNESCO en la lista de Patrimonio de la Humanidad.

 

 

¡Es una isla grande! Incluye las localidades de Kanali, Potamos, Kontokali y Garbia, entre otras. En la actualidad, el municipio abarca la totalidad de la isla de Corfú y las islas de Othonol, Erikusa, Kondokali y Garvia. Las residencias que se conservan de la época veneciana son muy pocas, comparadas con las neobritánicas de los siglos XIX y principios de XX. Un hito es la gran estructura de piedras blancas del palacio construido por Sir Thomas Maitland, quien fuera un oficial militar británico que figuró como el último comisionado civil y el primer Alto Comisionado en las Islas Jónicas.

 

 

Cerca de Gairuti, en la costa este de la isla, está el Achilleion, el palacio que construyó Sissi, una mujer obsesionada con la belleza y muy poderosa, pero trágicamente vulnerable desde la muerte de su único hijo, el príncipe heredero Rodolfo de Austria en el asunto de Mayerling, en el cual -en extrañas circunstancias- el archiduque apareció muerto junto a su amante, la baronesa María Vetsera en el año 1889. El palacio fue diseñado -teniendo al héroe mítico Aquiles como su tema central- por el arquitecto italiano Raffaele Caritto. Su famosa escultura de la defunción de Aquiles forma la pieza central de los jardines de Achileion. Situado en la cima de una colina de 145 metros sobre el nivel del mar, con vistas al mas Adriático, ofrece una vista panorámica de la isla de Pontikonissi y la ciudad de Corfú.

 

 

A mi me unen raíces familiares con la isla de Kérkyra. Cuando los turcos expulsaron a los helenos de tierras bizantinas en 1922, la familia de mi abuela materna -Jrisí Kejaya- decidió emigrar a Kérkyra, por lo que esta isla estuvo siempre presente en mi infancia. Cartas iban y venían de la isla. Allí se casó y se fue a vivir a Chile. La propaganda de las salitreras en pleno auge (1926) logro que muchos europeos se trasladaran al norte de Chile después de los avatares de la Primera Guerra Mundial y de la catástrofe de Esmirna, en Asia Menor, por parte de los helenos. Muchos años después, mis padres fueron a conocer la isla y quedaron maravillados con su belleza. La sociedad de Corfú todavía contaba con títulos de nobleza y era difícil rasguñar para conocer lugareños. Entonces vivía mi tío Pandelis y su esposa, que era guía turística en alemán del Achilieon. Muy afectuoso, mi tio se preocupó de conseguirle acceso a mi padre a un exclusivo club de bridge, donde se jugaba en francés, nada menos. El resto de la familia había emigrado a Atenas. Yo también fui a Kérkyra algunos años después por un período de tres semanas, y mi tío se encargó de mostrarme las maravillas de esa isla, definitivamente una de las más hermosas del Mediterráneo. Exclusiva y cara. Elitista y elegante. Con una plaza que tenía una similitud a la Piazza de San Marco, en Venecia, pero mucho más pequeña. También hicimos camping con unos familiares de los Kejaya en una playa bella, impoluta… Parecía que nadie había estado allí antes. En la actualidad, hay resorts a precios económicos en las afueras de la ciudad, frente a playas extensas y de arena rubia. En solo media hora se puede estar en la ciudad, que es muy entretenida y llena de vida.

 

 

Años más tarde, unos amigos fueron a un congreso médico en Corfú y les pedì que me llevaran una larga carta manuscrita y unos pocos obsequios. Se encontraron con la sorpresa que Pandelli había fallecido a los 51 años. “Era un príncipe”, decía mi madre. “El hombre más buenmozo y distinguido de Corfú”.

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