Texto y fotografías: Marcelo Sandoval C.

 

La primera vez que oí el nombre de Escocia fue a través de una historieta que leía cuando niño, en los años 60. Hablaba de un héroe llamado Rob Roy;  después me enteré que no había sido tan “héroe” como yo lo imaginaba. Más tarde, en la adolescencia y conocedor de ese mundo en blanco y negro que teníamos los chilenos en los 70 y 80, me fui enterando de  la historia de Inglaterra, sus líos medievales y las disputas por la corona. Me llamó la atención la existencia de dos reinas: Isabel y María. Y cómo se odiaban. Con el tiempo, muchas películas me llevaron a esos castillos medievales y a épocas supuestamente idílicas, y también con mucha oscuridad. No fue Mel Gibson el que me transportó a esas tierras. Ni su linda co protagonista, la francesa Sophie Marceau en “Corazón Valiente”. Tampoco fue el  Highlander del cine y la TV.  Sin embargo, en ambas producciones sí me llamó la atención las Tierras Altas y los ciervos dispersos por las verdes planicies. Mi conocimiento era muy mínimo y también de sus ciudades: Edimburgo y  Glasgow.  Esta última, había llegado a mis oídos a través de una canción de ABBA: “Super Trouper”.

 

 

Fue en el año 2014 cuando en una página web me enteré del inminente estreno de una serie de ciencia ficción histórica que se desarrollaba en Escocia. Era Outlander, hoy un éxito de la TV mundial.  Donde Claire -la protagonista, una enfermera casada, a fines de la Segunda Guerra-  por arte de magia tropieza con unas piedras en un altar druida y aparece en la Escocia del siglo XVIII. No conocía, ni había escuchado hablar de Diana Gabaldon, autora de Outlander, famosa escritora que creó esta saga histórica con los desplazamientos y aventuras  de Claire y Jamie, su hosco y aguerrido gran amor, con el que se pasea por las planicies de Escocia y también por Francia y el Nuevo Mundo. A Claire la tachan de bruja por sus conocimientos médicos, pero cuando empieza a salvar heridos en las batallas y enfrentamientos pasa a ser una gran heroína.

 

 

Después de la primera temporada de esa serie, la idea de ir a Escocia, ver los lugares de las batallas y pisar las Tierras Altas se convirtió en un sueño que tenía que realizar. Viajé a Escocia en pleno verano europeo, donde en Zaragoza  (mi punto de llegada y salida en Europa) hacía 39º, y en Edimburgo no pasaba de 11 y con mínimas de 6º. Amaneceres a las 4:00 de la mañana y llegada de la noche, cerca de las 23:00 horas. Y también salí a la caza de Nessie, en el lago Ness. Tierras de un verde intenso, la tierra del whisky, del kilt y la cuna de grandes como sir Walter Scott, autor de Ivanhoe; Robert Louis Stevenson, el de “La isla del tesoro”; el economista Adam Smith y también la patria de Annie Lennox, alma de Eurythmics.

 

 

Un país verde, lleno de venados que se cruzan por las carreteras, de vacas peludas, de lagos llenos de cisnes, de hermosas mujeres con rasgos vikingos. Una tierra de aventuras donde se bebe el mejor whisky, aunque sea terriblemente caro. A través de una operadora turística de España (son las mejores y a buen precio)  llegué a Edimburgo. Unos dicen que es neo-clásica; otros, que es medieval. En resumen, es bella. Desde una colina llamada Carlton Hill se aprecia la ciudad. Para algunos, la Atenas del norte.

 

 

En otro lugar, se sitúa el castillo de Edimburgo, bastión militar y residencia de la antigua realeza de Escocia. Es agradable pasear por la Royal Mile y por Princess Street, donde están todas las grandes tiendas. La catedral del St. Giles es también un sitio espectacular. Todas las catedrales de Escocia pertenecen a los entes fiscales o han sido entregadas al culto anglicano presbiteriano. Más de alguna, a los católicos de Francisco. La Reina Isabel II tiene un hermoso castillo –Holyroodhouse- su residencia oficial en este país, y  donde había estado una semana antes que yo lo visitara. Uno  puede inscribirse para participar del culto con la soberana, previo chequeo e investigación al historial personal por parte de Sclotand Yard. No alcancé a hacerlo. También estuve a punto de ver a Nicola Sturgeon, la primera ministra. Pero había salido de su residencia minutos antes de mi llegada. Por estos días, ella está tratando de echar atrás el Brexit en su territorio.

 

 

EN LA CAPITAL DE LAS HIGHLANDS

 

Mi segunda parada fue en Inverness, una ciudad que conocía muy bien través de la serie Outlander. Emocionante. Soñaba con que Claire -con su hermosa y delgada figura- pudiera aparecer por una calle. Ojalá sin su enamorado. Esta es la capital de las Highlands. Allí ocurrió la famosa batalla de Culloden, donde los ingleses por fin se apoderaron de Escocia y desaparecieron los clanes, se prohibió el kilt y todo lo que sonara a patriotismo. Y a escasos kilómetros de esta ciudad, el mítico Lago Ness.  Desde los tiempos de San Columbano, santo típico de Escocia es que se habla de avistamientos del monstruo. Yo no vi nada, pero me dejé llevar por la leyenda con mis ojos puestos en el cimbreo zigzagueante del agua con un vaso de whisky en las manos que compré en el restaurant de la embarcación. El lago tiene una superficie de 56 metros cuadrados. Es la segunda mayor extensión de agua dulce en Gran Bretaña. Y en el camino, más castillos…

 

 

EL CUARTEL GENERAL DE LOS VIKINGOS

 

Y seguí viaje más al norte, a la región de Thurso,  donde están las Islas Orcadas.Thurso se encuentra en la latitud 59° norte, tan al norte como Juneau, la capital del estado de Alaska. Las islas Orcadas son 70, de las cuales solo 20 están habitadas. El asentamiento de población más grande y el centro administrativo es Kirkwall. Todos estos lugares fueron poblados por noruegos. Los vikingos hicieron de las Orcadas su cuartel general en las expediciones piratas. Las Orcadas fueron también el lugar de la mayor base de la Armada Británica en Scapa Flow, desempeñando un importante papel durante las dos guerras.  Después del armisticio de 1918, la Marina alemana envió su flota a Scapa Flow, mientras se tomaba una decisión. Sin embargo, los marinos alemanes hundieron todas las naves. La mayoría de éstas se pudieron salvar, pero las que no, ahora son destino de recreación para buceadores. Durante el primer mes de la Segunda Guerra Mundial, un crucero de batalla de la Royal Navy fue hundido por el  U-Boot-47 (submarino alemán) en Scapa Flow. Finalmente, por orden de Churchill, se optó por la construcción de barreras para impedir el paso de submarinos a través de los accesos de los canales. Una zona de asentamientos prehistóricos de hermosas y gélidas playas y grandes acantilados. Es además, la tierra del frailecillo, un hermoso pajarito; y del cardo que produce un algodón que no es igual al que todos conocemos. Y siempre en la costa norte, una breve  detención para conocer Durness, la pequeña localidad de 356 habitantes, donde John Lennon veraneó desde los 9 a los 13 años con su tía Mimi y su tío George;  y que visitó en 1969 junto a Yoko Ono y sus respectivos hijos Kioko y Julian.

 

 

DESPEDIDA CON HAGGINS

Glasgow cierra mi visita a Escocia con ricos y abundantes desayunos. Había tomado la determinación en Santiago que probaría la mayor parte de las exquisiteces, menos el plato nacional de Escocia, el haggins, que está hecho de carne picada de oveja (hígado, pulmones y corazón) con especias, sal, avena y cebolla dentro de un revestimiento del estómago del animal (hoy en día puede ser artificial). Pues bien, en mi última cena después de haber comido durante 12 días ricos manjares, había olvidado este plato que aparece en el menú.  Producto de una amnesia del momento, lo pido. Todos mis compañeros de viaje hacen lo mismo. Lo pruebo y me agrada. Hasta lo comento y pregunto que contiene; una señora me lo explica con detalles. Bueno… nunca hay que decir: «De estos haggins no comeré…».

 

 

Guardo los mejores recuerdos de esos días en Escocia. Vi en primer plano las Highlands, muchos ciervos, fauna marina, acantilados, museos, castillos  y porteros de hotel vistiendo kilt. Escocia es una tierra de leyendas donde Claire y Jamie fraguaron su amor de siglos que nos tiene -por efecto pandemia- esperando su próxima temporadas para el 2021… Tierras Altas no las olvido.