Texto y fotografías: Francisco Ramdhor.

 

Para Francisco Ramdhor quedaron atrás sus días tranquilos de periodismo en Chile. Sus ansias de conocimiento lo llevaron a realizar -a través de bosques y villas, a más de 4.000 metros de altura- uno de los trekkings más famosos del mundo en el parque nacional más antiguo de los Himalayas. “Decir que la experiencia es impagable -aseguró- queda corto”.

 

 

Paz fue la palabra que resumió su sensación al iniciar esta aventura a partir del famoso Annapurna Base Camp. A pesar que el camino para llegar hasta allí fue difícil, asegura haber logrado disfrutar de una tranquilidad jamás antes soñada: “Comencé la ruta en Katmandú, capital de Nepal y destino obligado, siendo la única ciudad que dispone de aeropuerto internacional. Es más bien caótica, con bocinazos constantes de todos lados, un atochamiento interminable y una polvoreda que pareciese no irse nunca. Pero, a la vez, muestra una constante de este místico país: la amabilidad genuina de su gente. Todos dispuestos a ayudarte sin siquiera pedirlo».

 

 

«La segunda parada fue Pokhara, una pequeña ciudad que rodea el lago Phewa, el segundo más grande del país. Allí Lake Side es uno de sus barrios más turísticos, lleno de tiendas ligadas al montañismo y atendidas por antiguos guías o porters que con una sonrisa aconsejan qué es lo que uno necesita. No sin antes disfrutar de una puesta de sol increíble, en que saboreamos una cerveza y un buen plato de comida en uno de sus muchos restaurantes. Yo realicé el circuito libre, sin guía o agencia. Tramité mi permisos para entrar al Annapurna Conservation Area en las oficinas de Pokhara o Katmandú ACAP Office. El trámite fue fácil y rápido, y no supuso ningún problema. Y así fue que, con equipaje listo y mochila al hombro, inicié esta aventura».

 

 

«El trekking fue sencillo, aunque se necesita estar mentalmente preparado para subir. Desde Phedi, la caminata comienza con escalones infinitos que, de ahí en adelante, se convierten en la amenaza del día a día. Sin embargo, a pesar de la complejidad, todo se amortigua con la sonrisa honesta de la gente con la que me cruzo, desde turistas hasta nepaleses que han armado su vida en las montañas. Y es que atravesar villas y asentamientos es uno de los grandes encantos de este trekking. Uno conoce gente que ha vivido aquí siempre, con la cual es posible compartir no sólo un plato de comida o una taza de té, sino también quedarse a alojar en sus casas. Para mi fue fascinante escuchar sus historias y contarles de mi país. Y no estuve solo en esto. También lo hacían otros caminantes provenientes de Europa, Asia, Latinoamérica… Y namaste será la palabra que yo utilizaré más veces saludando a la gente en el camino».

 

 

«Mi itinerario lo planifiqué en forma completamente libre. Hay gente que lo hace en 4 días o en 12. Pero, yo lo hice en 7, que es lo usual y recomendable (considerando la altura) para descansar y no sufrir el mal de altura porque el apunamiento puede convertirse en el gran enemigo en el camino. Dada esta libertad, es bueno tener un plan inicial, abierto a modificarse, cada vez que uno necesite tomar fuerzas para continuar. Para mi fue ideal detenerme en el Machapuchare Base Camp, a 3.700 metrosd de altura, donde compartí un verdadero espíritu de camaradería con aventureros ansiosos de contar sus experiencias, mientras comíamos una pizza con sopa de ajo o un Dal Bhat (famoso plato nepalí)».

 

 

«La rutina es dormirse temprano, pues al día siguiente se comienza a las 4.00 de la mañana para subir hasta este verdadero oasis de nieve, todo para observar como el sol comienza a iluminar las montañas. Un silencio soberbio, rodeado de una sensación de éxito junto a todos los que han estado compartiendo el trekking, reina en el lugar. Se cruzan miradas complices, intentado descifrar si lo que los ojos ven es realidad o no. Dos personas, que eran desconocidos hasta hace 5 días, se funden en un abrazo genuino, un inglés comparte un café con un frances, mientras un joven le regala sus guantes una mujer mayor a pesar del frío imperante. Es una impactante foto mental que a uno le queda en la retina para toda la vida y donde sólo una cosa reina: paz».

 

 

«La bajada fue difícil, nadie quiere regresar. Estar rodeado por las montañas más altas del mundo genera al mismo tiempo una extraña sensación de grandeza y pequeñez. De hecho, yo me di 20 vueltas antes de convencerme que estaba obligado a bajar y dejar este lugar tan especial de Nepal, país considerado – según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)- el segundo menos desarrollado de Asia después de Afganistán».

 

DATOS

Al ser un trekking sencillo, no se necesita hacer algún tipo de entrenamiento especial para subir hasta al Annapurna Base Camp. Sí, deben tomarse algunas precauciones para evitar el mal de altura.

  • Tomar mucha agua durante los días previos a la caminata, de manera de entregarle mayor oxigeno a la sangre. También comer en abundancia, especialmente carbohidratos.
  • En Pokhara, adquirir o arrendar todo lo necesarios para el trekking.
  • Subir liviano. La mochila no debería pesar más de 7 kilos.
  • No es necesario hacer la caminata con guía. Todo está bien señalizado y hay bastante gente como para simplemente seguirla si no está seguro del camino.
  • Para los permisos en la ACAP Office, se piden 4 fotos tipo carnet. De no tenerlas a mano, se pueden sacar gratis en la misma oficina.