En el último día de mi viaje a los Países Bajos, quise conocer Rotterdam. Me atraía saber quién había sido este polémico filósofo que ocupó un lugar tan importante dentro de la Iglesia en tiempos del Renacimiento, que había nacido en esta ciudad y cuyo apellido hoy se asociaba al lugar. Leyendo sobre su vida, me despertó admiración el pensamiento de este religioso católico que puso la Biblia al alcance de la mayoría. Pero, ¿cómo era esta ciudad/puerto cultural y comercial estratégico, donde el Rhin desemboca en el Mar del Norte, desde donde las importaciones del mundo se distribuyen al interior del Europa, y desde donde la exportaciones europeas zarpan al resto del orbe?

 

 

Aparte del modernismo que impacta tan pronto el tren frena en el edificio alto y sorprendente de la Estación Central, uno de los proyectos arquitectónicos más curiosos, extraños y fascinantes de Rotterdam (y por lo que mucha gente pregunta si nos gustó o no) es el de las Casas Cúbicas (Kubuswoningen), construídas en 1982 por Piet Blom: viviendas de cubos inclinados en 45 grados, una de las cuales (la Kijk-Kubus) está habilitada para que turistas incrédulos, que observan desde el exterior, puedan constatar por dentro si efectivamente se puede vivir al interior de estas estructuras -con ángulos inconexos- en forma normal.

 

 

En Rotterdam hay que caminar. Solo así uno puede darse el lujo de maravillarse con mil atractivos. Como el Museo Marítimo, situado en los muelles del primer puerto construido en la ciudad, cuya principal obra en exhibición es el buque de guerra De Buffel; o el museo de Boijmans-van Reuningen, en cuyo interior se exhibe el arte de célebres pintores holandeses y daneses, desde las obras medievales de Jan van Eyck hasta trabajos contemporáneos elaborados con láser; o el Museo Chabot (lamentablemente ese día lunes cerrado) que se centra en las obras del escultor y pintor expresionista Hendrik Chabot, un ícono del siglo XX en Holanda en lo que se refiere a artes visuales.

 

 

Si bien Rotterdam rinde tributo a los grandes de antaño, aún conserva como museo a The Sonneveld House, una de las residencias mejor preservadas de estilo Nieuwe Bouwen, con el amoblado genuino de la casa que se completó en 1933, de acuerdo al estilo arquitectónico propio de las disciplinas vanguardistas de entonces. Un concepto ideado por Albertus y Gésine Sonneveld, quienes en 1920 comisionaron a dos arquitectos para diseñar un hogar familiar ultra moderno. Porque así el país visualizaba a Rotterdam antes de la II Guerra Mundial: como una ciudad cultural y comercial que tendría un rol preponderante en la economía mundial.

 

 

Tras los bombardeos alemanes que arrasaron Rotterdam durante el conflicto mundial, pocas construcciones quedaron en pie. Sin embargo, la ciudad se levantó y esta vez innovó con estilos muchos más osados. Tanto que a finales de los años ´70, la ciudad se convertíría en la capital europea de la arquitectura. Su emblema: el puente Erasmo, una estructura de 800 metros de largo, sostenida por 40 cables de acero sobre las aguas del río Nuevo Mosa. Junto al puente, los rascacielos del futurista barrio de Kop van Zuid, una zona industrial que acentuó su carácter ultramoderno, transformándose en una ciudad vertical donde se acumularon torres firmadas por arquitectos estrella. De aquí que lo primero que la Oficina de Turismo regala a todo extranjero es un mapa con sus más destacados puntos arquitectónicos, dado que este 2019 todo Rotterdam celebra el Año de la Arquitectura.

 

 

Sí, al finalizar su viaje, por nada del mundo se despida de la ciudad sin pasar por el Markthal, el mercado cubierto más grande de Holanda, lleno de tiendas de comida, restaurantes y hasta supermercado. Con ansias yo buscaba haring, ese pescado típico de la gastronomía holandesa que en La Haya había probado crudo en la calle. Y aquí lo encontré en sus diferentes formas. Como es pequeñito, la mayoría le recomendará (como a mí) comérselo solo y entero, tomándolo por la cola, poniéndoselo encima de la cara y devorándoselo entero. Una delicia, por suerte, que usted probará no solo aquí en Rotterdam -el principal puerto de Europa y magna obra de ingeniería, que se construyó sobre los terrenos quitados al mar- sino hasta en el pueblo más pequeño de este hermoso Reino de los Países Bajos.