La idea de probar esta exigente aventura se la propuso su marido, Santiago Alonso, cuando estaban en la mitad de su extensa luna de miel. Aquí las dificultades que ambos enfrentaron y vencieron.
Texto: María Antonia Zaldivar.
Fotografías: Santiago Alonso.
Cuando acepté subir al Kilimanjaro, lo veía como algo muy lejano e improbable y no le tomé el peso cuando dije que sí. Pero, esa idea fue tomando forma en los siguientes meses hasta que un día ya era un hecho. Durante los últimos meses antes de partir rumbo a Africa, comenzamos a entrenarnos, caminando mucho y subiendo la mayor cantidad de cerros y volcanes que fuera posible. Cuando llegamos a Tanzania, Santiago estaba cada vez más emocionado y yo cada vez más asustada del frío, de la altura, de no ser capaz, entre otras cosas. ¡Al punto de tener pesadillas! Desde Zanzíbar, viajamos a Arusha en una avioneta, desde la cual vimos la cima del Kilimanjaro…una imponente montaña totalmente nevada, corroborando que no era un cerrito porque, a pesar de ser una de las montañas más escaladas del mundo, tiene también un gran porcentaje de gente que falla en el camino porque creen que es más fácil de lo que es, y el tema de la altura se nota y fuerte. Esa tarde conocimos a George, nuestro guía, y a Bernd, nuestro compañero de subida alemán.
Al día siguiente la partida fue lenta, después de una noche en la que apenas dormimos y una mañana en la que tuvimos que renunciar a nuestra última ducha caliente de los siguientes 5 días, porque justo el termo dejó de funcionar. El viaje hasta el punto de partida fue de dos horas en una van desde Arusha, donde se fueron subiendo todos los que iban a formar parte del staff: John, el guía asistente; un cocinero y 8 porteadores que son los encargados de llevar las carpas, implementos necesarios, mochilas, etc. (nosotros solo cargamos una mochila chica con lo más básico). Todo grupo que quiera subir el Kilimanjaro está obligado a subir con porteadores que cargan hasta 25 kilos cada uno… Un trabajo silencioso, pero clave para el éxito. Después de almorzar con la compañía de unos gatos, cuervos y monos azules que estaban alertas a cualquier miga o donación que quisiéramos hacerles, empezamos a caminar desde Machame Gate(1.800 m). Los dos mensajes centrales que nos repitieron -ese y todos los días- fue tomar agua constantemente y caminar pole pole: respetando el propio ritmo, sin apuro, fundamental para adaptarse a la altura porque el Kilimanjaro tiene una de las mayores diferencias de altura entre el campamento base y la cima, con más de 4.000 metros.
El primer día caminamos en total 11 km en 5 horas por un bosque lluvioso hasta el Machame Camp (2.835 m), donde alojamos la primera noche. Fue una caminata agradable, salvo para Bernd al que le salieron ampollas en el talón, a los 40 minutos de haber empezado, por sus zapatillas nuevas. El bosque parecía de cuento, la neblina no dejaba ver el paisaje y los árboles eran altos con unas especies de barbas que colgaban de sus ramas, entre las que se camuflaban unos monos colobos. Estos fueron los únicos animales que vimos en todo el trayecto, además de los gigantescos cuervos con cuello blanco, o mountain chickens como les llaman, que nos acompañaron hasta el final. Cuando llegamos al campamento, nos esperaba el resto del equipo con las carpas armadas, agua caliente en un bol y una carpa comedor donde había té y cabritas de aperitivo, seguido de una sopa y plato de fondo. ¡Muy rico! Esto fue igual cada día.
A la mañana siguiente nos tocó un poco de sol y, gracias a eso, pudimos disfrutar de la vista desde el campamento. Eso sí, en cuanto nos pusimos a caminar, se nubló por el resto del día. Incluso nos llovió un poco, pero gracias a que íbamos preparados con capas de agua, no tuvimos mayores problemas. Este segundo día partimos desde el Machame Campal Shira Camp (3.750 m) que eran 5 km en total y nos demoramos alrededor de 4 horas. El paisaje era distinto, más rocoso y con árboles más chicos, entre ellos los “senecios gigantes” que nos acompañaron los siguientes días, donde el paisaje se fue poniendo cada vez más seco. El camino era más empinado, pero seguía siendo amigable. Lo único que no nos acompañó fue el tiempo porque entre la neblina y la lluvia no se veía nada más allá del camino. Esto empezó a preocuparnos porque estaba terminando la temporada de lluvias (y nieve en la montaña), por lo que George nos advirtió que posiblemente todos los días estarían nublados. Cuando llegamos al siguiente campamento, tuvimos tiempo de descansar un poco y de ahí partimos a una caminata de aclimatación de 40 minutos. En esto pasamos por unas cuevas donde, hace muchos años atrás, el staff alojaba. Algo que hoy está prohibido porque las rocas son inestables y las condiciones pésimas. En el campamento de este día nos tocaron los mejores baños de todos (letrinas con baldosas) y una de las noches más frías y lindas también porque se despejó y pudimos ver la luna llena iluminando la cima nevada del Kilimanjaro.
El tercer día fue largo. En total caminamos 10 km en 7 horas desde el Shira Camphasta el Lava Tower Camp(4.600 m) y de ahí al Baranco Camp(3.900 m), donde alojamos. Tuvimos la suerte de que, cuando nos despertamos, seguía despejado y se mantuvo así durante todo el día, así que pudimos disfrutar de paisajes muy lindos. Lava Tower fue el punto más alto al que llegamos ese día, desde donde alcanzábamos a ver varios glaciares con la cima del Kilimanjaro de fondo. El campamento quedaba en un valle rodeado de cerros, gracias a los cuales tuvimos una noche menos fría. La vista fue privilegiada de nuevo, esta vez mirando el Kilimanjaro desde un costado y con la puesta de sol reflejada en él.
En el cuarto día, otra vez caminamos 10 kms. Pero, esta vez se sintió más pesado. Nos despertamos con un día muy lindo y habiendo dormido más y mejor. La primera parte fue desde el Baranco Campal Karanga Camp(3.995 m) y desde el principio fue muy exigente porque el camino consistía en una subida muy empinada, donde había partes que sólo se podían subir escalando. Al llegar arriba, la vista era impresionante: muchas nubes bajo nosotros, con el Monte Meru asomándose en el horizonte. Al llegar alKaranga Campnos estaban esperando con un rico almuerzo, nada menos que papas fritas con pollo, al aire libre para aprovechar la vista. Fue perfecto para recargar energías y seguir hasta el Barafu Camp(4.673 m) donde íbamos alojar, con lo que completamos 8 horas de caminata en total. Tipo 18:30 fue la hora de ir a dormir porque a las 23:30 teníamos que despertarnos para empezar la subida a la cima…
Quinto día: ascenso a la cima. Antes de partir tomamos un desayuno liviano, pero yo sólo pude tomar un poco de té porque desperté con asco. Ese fue el primer síntoma del mal de altura que me pegó muy fuerte, a pesar de todas las precauciones. Santiago estaba mejor. Empezamos a caminar a las 00:00, todo oscuro y con linternas de cabeza, sumándose Risuani (uno de los porteadores) como tercer guía porque George estaba resfriado, así que prefirió llevar refuerzos por si acaso. Al poco andar empezamos a caminar sobre la nieve y yo ya me estaba sintiendo muy mal (dolor de cabeza, dificultad para respirar, cansancio y ganas de vomitar), lo que sólo fue en aumento. Pero, me ayudaba escuchar a John que tarareaba una canción y Santiago que iba detrás mío muy pendiente. Fuimos avanzando lento, subiendo en zig zag por la nieve y, después de un rato, Bernd y John se adelantaron para subir más rápido. En el camino nos topamos con varias personas a las que estaban bajando porque se habían descompensado por la altura… En un momento Risuani -que no tenía zapatos buenos- se empezó a resbalar mucho, así que tuvimos que pasarle uno de mis bastones para que pudiera subir. Él además se puso un par de calcetines por fuera de sus zapatos para adherirse mejor al hielo. Hacía tanto frío que nos tocó cubrir nuestras botellas de agua con calcetines para evitar que se congelaran. Por lo mismo, la idea era no parar por más de dos minutos y sólo si era muy necesario. De todas maneras, el frío era la menor de nuestras preocupaciones.
La noche parecía no avanzar y nosotros tampoco. Perdíamos la noción del tiempo y como no se veía nada no podíamos ver cuánto nos faltaba. Mientras tanto, Santiago paraba de vez en cuando para sacar fotos, sintiendo un poco de dolor de cabeza cuando se apuraba para alcanzarnos, y yo iba sintiendo que me iba desarmando con cada paso que daba. Así que decidí fijar la mirada al suelo y sólo preocuparme de avanzar. George en un momento tuvo que parar y nos dijo que no podía seguir porque le estaba saliendo sangre de narices y no le paraba, por lo que seguimos sólo con Risuani, el porteador que era muy simpático, pero que no hablaba una palabra de inglés. Cuando llevábamos más de 6 horas subiendo, todavía no veíamos la cima. Se suponía que en unas 5 horas debíamos haber llegado a Stella Point,que era una primera cima, pero no teníamos ni rastro de ella.
Por suerte, empezamos a notar que estaba amaneciendo, lo que fue muy moralizante y esperanzador porque pudimos comprobar que habíamos avanzado. Hasta ese momento el camino se había hecho eterno. Tipo 7:30 llegamos por fin aStella Pointy el alivio fue indescriptible. Ahora sólo quedaba una hora hasta la cima. Los dos nos emocionamos porque, de verdad, hasta ese momento no teníamos ninguna seguridad de que lo íbamos a lograr… más bien todo parecía indicar lo contrario. En todo caso, hasta llorar fue un esfuerzo. ¡Para qué decir sonreír para las fotos que Santiago se puso a sacar! Seguimos a los pocos minutos para aprovechar el impulso hasta el Uhuru Peak¡el punto más alto de Africa con sus 5.895 metros! La subida era más tranquila y, cuando ya casi estábamos llegando, nos encontramos con Bernd y John que venían de vuelta y decidieron acompañarnos hasta el final. Llegar fue muy gratificante y emocionante. La vista era increíble: a un lado se veía el cráter del Kilimanjaro y al otro lado se veían varios glaciares y el Monte Meru. Lo mejor era el sol que empezaba a calentar y ya no hacía tanto frío. Después de una intensa sesión de fotos, empezamos a bajar. Nos demoramos 4 horas y, como había tanta nieve, avanzamos lento porque era fácil resbalarse. Cuando nos reencontramos con George, él propuso tirarnos sentados como si fuésemos en trineo. Después llegamos a una parte sin nieve donde había tanta tierra suelta que se podía bajar “esquiando” con los pies. Ahí Santiago terminó de destruir sus zapatillas que había estado pegando con “la gotita”. Bajar así fue lo mejor porque ahorramos mucho tiempo y de verdad era una agonía seguir caminando. Cuando ya estábamos a media hora del campamento, el resto del equipo nos estaba esperando con jugo para celebrar que lo habíamos logrado. ¡Muy lindo detalle! Una vez en el campamento almorzamos y pudimos dormir una siesta de una hora antes de seguir. Fue muy reponedora y necesaria para llegar hasta el destino final del día: High Camp(3.950 m) a 4 km, en dos horas. Fue una caminata tranquila, de bajada y con poca pendiente en la que de a poco fueron apareciendo más arbustos y árboles. Así fue como después de 14 horas de caminata, terminamos el día con una gran satisfacción. Sin duda, el día más desafiante y exigente de todos.
En el sexto y último día caminamos 13,5 km desde High Camphasta Mweka Gate(1.640 m) en 5 horas. Antes de entrar de nuevo al bosque lluvioso del primer día, aprovechamos de mirar atrás varias veces para ver la cima del Kilimanjaro y despedirnos. Fue una caminata tranquila, pero ya ninguno tenía mucha energía. Una vez en Arusha llegó el momento de la despedida, donde le agradecimos a todos por la increíble experiencia vivida y ¡recibimos con mucho orgullo nuestros diplomas por haber llegado a la cima! Fueron 6 días que disfrutamos mucho y aunque el día de la cima fue durísimo, ¡¡lo logramos!! Tal como nos habían dicho fue casi 100% cabeza. Llegar a Stella Point (5.756 m), a 4,3 km del campamento, fue la peor parte. 7 horas interminables. Era importante, de verdad, hacerlo pole pole porque si no, no habríamos llegado.
DATOS
- Treking y equipo con la agencia Greg Adventures www.gregadventures.com/, con la cual tuvimos una muy buena experiencia. Todo se puede coordinar con ellos, incluso el alojamiento, aunque nosotros lo hicimos aparte, a través de Booking. Con ellos se puede arrendar también todo el equipo, lo que para nosotros fue muy útil. Como llevábamos viajando mucho tiempo, no teníamos todo lo necesario (como ropa, saco de dormir y bastones).
- Alojamiento en Arusha: Booking o Greg Adventures.
Qué bien escrita la crónica de María Antonia. Leerla debe ser lo más cercano a estar ahí. Bien valió la pena el esfuerzo. ¿Nunca lo olvidarán!!
Fantástico viaje María Antonia, mi hijo Gonzalo subió y llegó a la cima del Kilimanjaro, recuerdo sus comentarios al ver las fotos de ustedes.
Espectaculares fotos, debe ser emocionante escalar la cumbre mas alta de Africa. Debe ser muy contrastante con el resto del continente.
Una belleza.
De acuerdo con Pablo Tironi, leer lo escrito por María Antonia es como haber subido con ellos, con sus sufrimientos, inmenso esfuerzo y alegrías !!!! Hermoso viaje, unico, felicitaciones por el exito final !!! y gracias por compartirlo con detalles día a día. Las
fotografias maravillosas ………..
Este reportaje me pareció espectacular. Está tan bien escrito y las descripciones tan vividas que uno parecía estar respirando al lado de la autora y su marido.
Cuando leí el título pensé que era una lata: al contrario, me entretuve y aprendí muchísimo.
Es una Real Odisea y lograrlo como lo hizo la autora con su marido es una escuela de vida: nunca hay que cenar!
Sinceras felicitaciones
Nunca hay que cejar….
Precioso relato! Lo doy por visto, es para gente MUY aperrada. Como tú y tu maridito.
Que buen relato lo goce
Bien escrito y bonitas fotos
Felicitaciones a los dos por lograrlo y no haberse rendido
Hola genial el reportaje! qué maravilla de logro! Bueno un buen dato para la gente que tiene mal de altura es un remedio homeopático que se llama Coca 7 y 9 yo lo utilice cuando fui al base Camp en Tibet que esta a 5300 mts. yo y mi hijo fuimos los único que pudimos dormir gracias a estos globitos homeopáticos!
Hay que tomar la 7 uno por hora y si no ayuda pasar a la 9 sin devolverse nuevamente a la 7. No sé si los consiguen en Chile.
Gracias