Durante meses, cuatro mujeres aventureras se prepararon para materializar un sueño en común. Aquí su experiencia escrita a cuatro manos.

 

Texto y fotografías: María Eugenia Peigneguy, Carolina Montero, Mónica Yaconi y Alejandra Raffo. Esta última, la principal relatora, quien en esta oportunidad realizó su quinto viaje a Torres del Paine.

 

“Nuestras historias eran diversas, gran parte del grupo ya había tenido la oportunidad de observar los mágicos paisajes del parque. Veinte años atrás, una de ellas viajó a dedo desde Punta Arenas a Puerto Natales en un camión ovejero. Otra integrante tuvo su primer encuentro con el parque en un  gélido julio. Sin turistas, los zorros, pumas y guanacos se desplazaban libremente en una Patagonia que, nevada, lucía como una infinita sábana blanca.

Con dos recientes lesiones en las piernas, María Eugenia Peyneguy  se comprometió preparándose a conciencia para este propósito. Bicicleta diaria y  subir los quince pisos de su edificio, fueron parte de su desafío. Su gran hazaña fue bajar 8 kilos en los últimos tres meses de entrenamiento.  Durante los días de caminata en el parque -con la mochila en la espalda- pensaba en los kilos de menos que ahora cargaba en equipamiento fotográfico. ¡Buen trueque!.

 

 

Iniciamos nuestra aventura con un despejado amanecer en Laguna Azul. Frente a nosotros, las Torres se fueron tiñendo de cálidos anaranjados. Estas estilizadas formaciones de roca granítica, de 2.600 mts de altura, ejercen un embrujador magnetismo. Luego de un contundente desayuno de mantel largo, nos quedamos contemplando este lugar extraordinario. Continuamos ruta hacia el lago Pehoé, ansiosas de tomar nuestro catamarán hacia el primer refugio Paine Grande”.

 

 

 

Carolina Montero reconoce que era demasiado la ansiedad. En los alrededores de Pehoé decidimos recorrer el  bosque quemado, testimonio de los incendios ocurridos en los últimos veinte años. Aquí el viento limpió las cenizas, dejando sus troncos suaves y grises, de una belleza fantasmal. Tomo mi cámara y siento que he perdido la noción del tiempo. De pronto nuestra guía, Consuelo Martín, nos advierte: «¡Debemos irnos!». Un avión delinea una huella en el cielo, tomo mi cámara y diviso un catamarán en el lago: ¿Será el nuestro?, pienso …Mi corazón se agita, nuestro transporte zarpó anticipadamente. Son las 6:00 pm y el atardecer es perfecto pues el viento se ha callado para dejarnos apreciar lo que nos espera por recorrer. Han regresado a buscarnos y la paz de la navegación se apodera de todas.

 

 

Las caminatas diarias se realizan por senderos rodeando los lagos Pehoé, Scottsber y Nördenskjold entre bosques magallánicos de ñirres, coihues y lengas, que aprendimos a reconocer por sus hojas. Estos árboles encienden el paisaje otoñal con un rojo de fuego. Bajo nuestros pies transitan cursos de ríos y aguas de deshielos, y la naturaleza va superando una y otra vez tu capacidad de asombro. Nuestro segundo día se inició desde el refugio El Francés, donde sufrimos las inclemencias del tiempo austral, Y así fuimos parte de la tormenta, hasta llegar al magnífico anfiteatro, donde se instalan como protagonistas la cordillera del Paine Grande, las delineadas formaciones de granito de los Cuernos, cerro Aleta de Tiburón y Glaciar Francés, entre otros protagonistas de esta lujuriosa escena de gigantes. Esa tarde retomamos caminata hacia el refugio Los Cuernos, disfrutado de la extensa vista del lago Nördenskjold y la estepa de su ladera sur.

 

 

La mañana siguiente re iniciamos nuestro ascenso hacia el Refugio Chileno,  acercándonos hacia la base de las Torres. Desde este refugio comenzamos nuestro último día de caminata y culminación de nuestra aventura. El cansancio se hizo sentir en nuestras piernas y espaldas cargadas. En una mañana de lluvia liviana y nieve, comenzamos a caminar entre un tupido bosque, para luego avanzar hacia la morrena en donde el ascenso exigió nuestro máximo esfuerzo. Aquí visualizamos la enorme cadena humana que tiñó de colores el paisaje monocromo de un día de otoño patagónico. Nos sorprendimos resbalando entre cascadas de aguas gélidas y rocas escarchadas. Se hicieron audibles acentos y lenguas de diversos territorios del planeta. Esta escalada es multitudinaria, deja de ser Chile y deja ser tierra para convertirse en esperanza, anhelo de llegar a la cima. Con esfuerzo y tesón avanzamos  hacia la maravilla natural que estábamos por ver.

 

 

En bloque nos fuimos alentando hasta que visualizamos la laguna que precede el anfiteatro de este escenario memorable. El brindis no se hizo esperar e instalamos nuestro trípode para registrar nuestro emotivo momento, una helada brisa congelaba nuestras caras. ¡¡¡Lo habíamos logrado!!! El sentimiento final fue haber alcanzado un desafío personal y, a la vez, una meta compartida con un tremendo equipo humano.

 

 

Como ninguna aventura está libre de algún accidente, Mónica Yaconi relata su propia experiencia. «Al segundo día de estar en el parque, me lesioné el tobillo… Con la adrenalina a flor de piel, el dolor se disfraza de esperanza. Era tanto el deseo de encontrarme con las Torres de frente, que bloquee el dolor  para lograr el propósito, que por tantos meses se fue gestando. Agradecida infinitamente del equipo que formamos que permitió esta aventura de naturaleza, amor y fotografía. En el parque, más de un 80% de sus visitantes son extranjeros, atraídos por este majestuoso capricho natural que se impone en nuestra Patagonia chilena. Por mérito propio, el año 2013 fue seleccionada como la octava maravilla del mundo. Su variada geografía, fauna, flora y vegetación lo sitúan como el quinto lugar más bello del planeta. Sus gigantescas esculturas de piedra y granito, se alzan desde las profundidades ejerciendo un poder magnético. Un paisaje que muta en un juego de luz y viento. Fuimos por sueños y volvimos con el alma rebasada de felicidad, la imagen de la profunda belleza instalada en nuestros corazones».

 

ORGANIZACIÓN:

Excursiones Fotográficas Salamandra. Email: araffo2010@gmail.com – Cel – +569 82190562. www.excursionesfotograficas.cl, www.raffo.cl

Guía y logística: Consuelo Martín. Email: consue_91@hotmail.com

A PUNTA ARENAS: Vuelos desde Santiago por LATAM y SKY.

DE PUNTA ARENAS A PUERTO NATALES: Un trayecto de 3 horas en Buses Fernández (ttps://www.pasajebus.com/es/pasajes/buses-fernandez) o Buses Sur (https://bussur.com) hasta el terminal de Puerto Natales, desde en taxi lo llevan a su alojamiento.

REFUGIOS DENTRO DEL PARQUE: Paine Grande  https://torresdelpaine.com/alojamiento/refugio-y-camping-paine-grande/ – El Francés  https://www.fantasticosur.com/mountain-lodges/camping-frances/ – Chileno https://www.fantasticosur.com/mountain-lodges/chileno-mountain-lodges/

Parque Nacional Torres del Paine http://www.parquetorresdelpaine.cl/es/tarifas-de-ingreso

 

ADVERTENCIAS PARA LOS AMANTES DEL TREKKING
  • Tener un buen estado físico y no padecer de enfermedades cardíacas. El circuito se puede realizar entre 4 a 5 días.
  • Los refugios cuentan con comodidades básicas de camas con saco de dormir, agua caliente y salamandras como calefacción de los recintos.
  • Las solicitudes se deben realizar con, a lo menos, 8 meses de anticipación por la alta demanda del Parque.
  • En cuanto a la alimentación, es posible solicitar en los refugios cena y box lunch para vegetarianos, celíacos y alérgicos al gluten.
  • Es indispensable llevar ropa adecuada para viento, frio, lluvia y nieve, zapatos de gorotex, y portar bastones para ayudar los ascensos.
  • Si se dispone de tiempo, entre la llegada del bus hasta la salida del vuelo a Santiago, se sugiere tomar un taxi hacia Punta Arenas y degustar la variada gastronomía local, mariscos y crustáceos locales en El Mercado: altamente recomendable. Avenida Costanera del Estrecho 1486.
  • Si tu idea es regresar a Punta Arenas, cuenta la leyenda que deberás besar el pié del indio que se encuentra en la plaza principal de la ciudad.