Texto: Jrisí Tefarikis.

Fotografías: Carlos Albuquerque y colaboradores

 

Cuando fui por primera vez a Portugal, y en particular a Lisboa, fue a causa de una falla mecánica del avión que nos trasladaba a Madrid (primera parada) en aquellos viajes denominados posteriormente “Si es Martes, es Bélgica “, frase que fue acuñada después de la exhibición de la película norteamericana que llevaba ese título, la que mostraba cómo funcionaban aquellos viajes en la década de los ´60 y ´70 cuando se viajaba en grupo a Europa. El pasaje  era tan caro que se suponía que había que aprovechar “la virada” y conocer 10 países del viejo continente (por lo menos) y algunas ciudades de cada país en un mes y medio. Por cierto, no existían las tarjetas de créditos ni facilidades de pago para viajar, por lo que aunque resultara agotador -y a la tercera semana uno ya no sabía si estaba visitando una catedral italiana o francesa- había que darse con una piedra en el pecho de tener el privilegio de viajar por Europa.

 

 

Sigamos con mi llegada accidental a Portugal. La guía turística que viajaba con nosotras nos anunció que tendríamos que pasar el día completo en Lisboa y que, para reponer la visita del primer día correspondiente a Madrid, nos darían almuerzo y un tour por la ciudad. Me bajé a regañadientes del avión y nos llevaron a un hotel donde nos dieron un almuerzo de maravilla. Ojo: En Portugal la gastronomía y los vinos son excelentes. Y posee una de las mejores reposterías del orbe. Luego dimos un paseo por esa ciudad serpenteada y con escalones blancos, mujeres vestidas de negro con pañoletas del mismo color cubriéndoles la cabeza, silenciosas, serenas, dignas…

 

 

Había una atmósfera tan particular en Lisboa que me pareció estar inmersa en un sueño. Reinaba una paz, una armonía en el ambiente que me dieron ganas de quedarme allí para siempre…. En la tarde recorrimos la ciudad en bus y terminamos nuestra visita en el Monasterio de Los Jerónimos. Me impresionó sobremanera porque no había visto nunca una edificación renacentista. Era de una belleza sorprendente que me sobrecogió….

 

 

En ninguna capital ni ciudad europea sentí esa belleza interior que me provocó Lisboa. Me prometí regresar para conocer ese país y eso lo logré sólo 42 años después…. Tomé un tour que nos trasladó de Madrid a Lisboa en bus. Salimos de mañana temprano y llegamos de noche a la capital de Portugal bajando por una cuesta desde lo alto para poder apreciar la  ciudad y la vista que eran  espectaculares: una ciudad construida en terrenos a orillas del Río Tajo, que por su profundidad asemeja un mar y numerosos cerros iluminados llenos de viviendas que los abrazaban….El puente que cruzaba parte de Lisboa todo iluminado también. Todos aplaudimos ante semejante vista…. La ciudad me volvió a parecer mágica, con esa atmósfera tan particular que emana de Lisboa y de cada rincón de Portugal.

 

 

Recorrimos Lisboa con una guía muy culta que se llamaba Raquel. Nos mecíamos en las butacas del bus al compás de los “fados” y la hermosa y profunda música nostálgica, típica de ese país, mientras ella nos leía pasajes de Luis de Camoes, Fernando Pessoa, Gonzalo Tavares, Agustina Bessa, Luis, Alfonso Cruz, José Cardoso, Gil Vicente, entre tantos otros escritores notables para finalizar con Saramago, Premio Nobel de Literatura, a quien se le ha erigido un  monumento moderno y muy original en la capital de Portugal. No era para menos: nació en hogar de analfabetos y empezó a escribir a edad avanzada. También nos relataba la  historia de ese país que, entre otras cosas, hasta fue imperio en una época, tuvo reyes españoles de gobernantes en el Renacimiento, continuaron las monarquías portuguesas hasta arribar a lo que es hoy: una republica democrática que pertenece a la Unión Europea.

 

 

El Centro de Lisboa no es muy grande, pero de gran distinción. Portugal, en total, un poco más de 10 millones de habitantes y su capital, 550.000. Allí reside el 20% del país. El clima es cálido durante buena parte del año. La temperatura pocas veces baja de los 5 grados en invierno. Lluvias abundantes en invierno. Las temperaturas invernales (enero, febrero, marzo) oscilan entre los 23 y 29 grados lo que hace que Portugal  sea uno de los  países más visitados del mundo (está en el lugar número 19 del ranking mundial). Posee una hotelería espectacular a precios muy accesibles. Es un país muy barato, a menos que usted decida alojar en Caiscais…. Porque una excursión obligatoria cuando se visita Lisboa es visitar la costa de Estoril, una “freguesia” del Municipio de Cascais, a 25 kilómetros de Lisboa. Uno sale de la romántica y casi medieval Lisboa para adentrarse en una zona de esplendor turístico mucho más moderna, elitista, espléndida. Es conocida por su autódromo, donde desde 1984 hasta 1996 se disputaron pruebas del Campeonato Fórmula 1 y donde se corre la fecha portuguesa del Campeonato Mundial de Motociclismo desde 2000. Es la Costa Azul de Portugal: turismo de élite, restoranes de varias estrellas Michelin y donde comerá el mejor bacalao de su vida. Se consume fresco (después de remojarlo en agua durante 48 horas) y los portugueses alardean de poseer 500 recetas diferentes para preparar ese refinado y exquisito pescado. Dicen que ahora lo importan de Suecia…. Estoril fue lugar de residencia de Don Juan de Borbon y de su familia, así como lugar de exilio del militar y regente húngaro, Miklos Horthy, del Rey Humberto II de Italia, Carlos II de Rumania y del dictador cubano Fulgencio Batista. Winston Churchill solía pasar temporadas vacacionales en Estoril y su casa aún permanece en pie como Museo con algunas de sus incontables pinturas al óleo y acuarelas.

 

 

Los orígenes de Lisboa pueden ser fenicios o griegos. Un producto de importancia en la Antigüedad era la sal, el pescado salado y los caballos lusitanos. Pasaron por ese país importantes dominaciones árabes (Edad Media) y después, un par de siglos más tarde, se instalaron cristianos, beréberes, árabes, judíos y saqalibas. El centro histórico de la ciudad se compone de siete colinas, siendo algunas de las calles muy empinadas para permitir el flujo de vehículos. La ciudad se sirve de tres funiculares de color amarillo y un elevador. La parte Occidental está ocupada por el Parque Forestal Monsanto, uno de los parques urbanos más grandes y hermosos de Europa. Aparte de los árabes, la mayor influencia foránea de Lisboa fue española. Lisboa es una ciudad que conserva un aspecto muy propio de la Edad Media y del Renacimiento, y por eso uno se siente trasladada a épocas antiguas, sin mucho ruido, poco tráfico. Aldeanas que venden su maravillosa mantelería bordada a mano, artesanías preciosas (todo muy barato) en las calles o a orillas del Rio Tajo.

 

 

Al final de esa excursión fuimos a unas de las localidades más lindas que he conocido en mi vida. Se asemeja a los parajes de los cuentos infantiles de mi niñez: “La cenicienta”, “La Bella durmiente”, entre otros. Sintra: un centro turístico a los pies del Complejo Volcánico de Sintra de Portugal. Fue un santuario real por mucho tiempo y su terreno arbolado alberga aldeas de colores pastel. El Palacio Nacional de Sintra, con un estilo manuelino y morisco, se distingue por sus espectaculares chimeneas gemelas y sus elaborados mosaicos. Sobre un cerro está el Palacio Nacional da Pena, del siglo XIX, conocido por su extravagante diseño y sus vistas panorámicas.

 

 

De regreso a Lisboa, prepárese para ir a una cena nocturna con la compañía de música portuguesa: el Fado, que se hizo famoso mundialmente por su intérprete Amalia Rodrigues. Aconsejable el Clube de Fado Com Restaurante. El Fado expresa experiencias de la vida a través del canto. Generalmente lo interpreta una sola persona acompañada de una viola (guitarra española) y la guitarra portuguesa. Los temas más recurrentes en el fado son la melancolía, la nostalgia o pequeñas historias del diario vivir de los barrios humildes, pero especialmente el fatalismo y la frustración.  Una suerte de tango portugués que penetra el alma y que resulta inolvidable. Refleja también el alma espiritual y benévolo de Lisboa, en particular.

 

 

Cuando se sale a recorrer otros lugares muy bellos de Portugal, uno nota que todas las pequeñas localidades ajenas a las ciudades más importantes (como Coimbra, donde se encuentra la universidad más antigua de Europa; Oporto, la ciudad más alegre y pintoresca de Portugal y, para algunos, la más linda; Funchal, Aveiro, la soñada isla de Madeira y Evora, una joya arquitectónica declarada Patrimonio de la Humanidad) están maquilladas de color ocre, color entre zapallo y amarillo. Y no se ve ningún rayado enemigo: pareciera que esos muros y viviendas fueron pintados ayer. Le pregunto a nuestra guía que a qué se debe esa impecabilidad en TODO el país y me responde que los municipios se preocupan de la mantencion. Aunque no se note, Portugal cautela su gran turismo internacional.

 

 

Ahora, el viaje a Fátima para creyentes de la Virgen, es un lugar de peregrinación mundial. La gente entra con un nudo en la garganta en esta ciudad pequeña que gira en torno a la leyenda que algunos creemos que, en la segunda década del siglo pasado, la Virgen María se apareció a tres pastorcillos muy humildes : Lucia dos Santos, Jacinto y Francisco do Martos entre el13 de Mayo y el 13 de Octubre de 1917. Los mensajes marianos se definen como proféticos y escatológicos, en particular con respecto a una posible nueva guerra mundial, la conversión de la Rusia soviética y al intento de asesinato de Juan Pablo II. Quizás para muchos que visitan Portugal, es la culminación de este viaje por ese país de leyenda, espiritual, nostálgico como el Fado, sencillo por sus gentes humildes y nobles, afectuosas, que está construido al nivel de la altura humana. Porque no se han insertado edificios altos y modernos, ni menos torres. Y terminar nuestro tour en ese pueblito impregnado de fe, de esperanza, de que lo bueno siempre está por venir, porque la Madre de Dios vino a testimoniar su presencia, su amor a los más pobres, a los más desfavorecidos, a los más sufrientes, es el mejor regalo, la mayor bendición para los que visitan Portugal sin importar credo ni religión.

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