Texto y fotografías: Verónica Clarke

 

Hace muchísimo tiempo que quería aventurarme a conocer los canales patagónicos de la región de Aysén y no me animaba a emprender sola el viaje. Siendo fotógrafa totalmente amateur, llegué a las expediciones del fotógrafo Augusto Domínguez y decidí embarcarme en uno de sus viajes. La ventaja de sus paseos o “foto-viajes” es que está todo organizado y Augusto conoce muy bien cada lugar y sabe también la hora en que se obtienen las fotos más lindas. ¡El paraíso para un fotógrafo…!

 

 

En mi calidad de periodista y madre de cuatro hijos, el poco tiempo que me queda libre es sagrado y vale oro!  Por lo que me convencí de que si no partía en uno de estos viajes -que además son cortos y está todo planificado de antemano- no lo haría nunca. Además se pueden incorporar a la exigencia de una profesión y del trabajo. De aquí que me abandoné en las manos de este fotógrafo profesional y convencí a una prima de que me acompañara. Durante una semana, un máximo de ocho personas, viviríamos a bordo del Noctiluca para conocer la flora y fauna de los canales patagónicos.

 

 

Llegamos a Balmaceda y después de conocer a quienes serían nuestros compañeros de aventura, partimos en una van a Puerto Aysén. No alcancé a salir del aeropuerto y quedé maravillada con los inmensos murallones, el verde de las praderas y unas nubes altas increíbles. No pudimos tomar muchas fotos en el camino ya que debíamos llegar a tiempo para zarpar. El Noctiluca y su tripulación nos esperaba con un delicioso cóctel. ¡Puedo asegurar que en este viaje no se pasa hambre!

 

 

El paisaje desde el barco es impresionante, grandioso. Recién saliendo de Puerto Aysén, se pierde la señal del celular… una maravilla desconectarse de todo por algunos días! La quietud se rompe con el ruido de las olas que va haciendo la embarcación y los gritos de asombro de mis compañeros de viaje, mientras nos paseamos por el borde del pequeño barco para tratar de captar todas las vistas. Los verdes bosques y montañas nevadas que parecen moverse con nosotros son realmente majestuosas.

 

 

 

Al final del primer día, llegamos a Puerto Lynch, donde amarramos el barco para la noche. Al día siguiente, después del desayuno, nos subimos a unos zodiacs y luego de remontar un poco el río, llegamos a la hacienda Quitralco, donde hicimos algunas caminatas, en que descubrimos unas playas escondidas, justo al final de un bosque. Gran parte del resto de ese día estuvimos viendo como se prepara un verdadero cordero al palo.  Estaba espectacular. El día estuvo un poco nublado y con algo de lluvia pero eso no nubló lo hermoso del lugar. Cada cierto rato salía el sol, lo que cambiaba la luz del paisaje permitiendo sacar fotos distintas.

 

 

Al día siguiente, bajamos un rato del confort de nuestro barco, para subimos nuevamente a los zodiacs para hacer un break en una rústica piscina termal construida en el borde del río por algún visionario, que seguramente pensó sería extremadamente agradable sumergirse en una piscina termal mientras se admira la naturaleza de los cerros como fondo. No se equivocó. Infaltable la copa de champaña y la buena conversación en el agua calentita. Ya de regreso a bordo, continuamos camino pasando por unos islotes donde tuve mi primer encuentro con los Liles, unos pájaros grandes, parecidos a un pato, de la misma famila de los cormoranes, pero con unas patas de un rojo sangre que los hace destacarse cuando están en los paredones rocosos. Una belleza. Ahí fuimos testigo de lo diabólicas que pueden llegar a ser las gaviotas, que ante cualquier distracción de los Liles, vuelan rápidas a robarles los huevos, dejando los nidos vacíos. No puedo negar que se me recogió mi corazón de madre y llegué a odiar a estas aves.

 

 

Aprovechamos algunas paradas del barco para que el capi tirara las redes para conseguir nuestra siguiente comida… ceviche de pescado fresco y jaibas. Una delicia… A la mañana siguiente zarpamos temprano rumbo a la Laguna San Rafael. Poco a poco nos empezamos a cruzar con témpanos de distintos tamaños y todos comenzamos obviamente, a disparar nuestras cámaras como locos. Jamás había estado tan cerca de témpanos de hielo gigantes. Me asombré mucho con el intenso azul de algunos. Que conste que no es un truco fotográfico, los hielos son efectivamente azules, casi calipso. Otros son blancos y algunos tienen partes negras y grises. Y las texturas son también todas diferentes. Esa noche, dormimos “escondidos” en la Laguna San Rafael y al dia siguiente amanecimos disfrutando la grandiosidad del glaciar.

 

 

El paisaje de la Laguna San Rafael, una de las metas de este viaje, es sobrecogedor. A lo lejos, cada cierto rato, se escucha como “habla” el glaciar. No se observan desprendimientos grandes, visibles por afuera al menos, pero sus hielos crujen constantemente. Da la sensación de que por dentro siempre hay algo desprendiéndose. Y a pesar de estar nublado y con algo de lluvia intermitente, además del frio, el lugar es una maravilla. Además que esa grandiosidad era exclusivamente para nosotros. Augusto y el segundo oficial a bordo, el Nico, bajaron en zodiacs para recolectar hielo milenario para el infaltable wisky con hielo. Una delicia… aunque debo reconocer que como no soy una wiskera, le agregué un poco de coca cola (espero no se enojen los wiskeros).

 

 

Como el día estaba semi bonito, con lluvia algo intermitente, bajamos a tierra para hacer un trekking hasta el mirador del glaciar. Ese parque es administrado por la CONAF y el sendero está repleto de musgos, helechos y una infinidad de vegetación. Cada cierto rato caían chubascos, los que me hicieron dudar un par de veces si continuar o no con la caminata. Debo reconocer que me cansé y que mi estado físico en comparación con el resto del grupo fue un tanto deplorable! Decidí quedarme un poco atrás y en mi soledad con la naturaleza, se me acercó un curioso hued hued, un pajarito que ni se inmutó con tener a una cansada persona a su lado. Hasta me dejó fotografiarlo! Ese parque, también llamado San Rafael parece encantado. Se podría elegir entre estar en la película el Señor de los Anillos o en Blanca Nieves.

 

 

De vuelta en el Noctiluca, dejamos San Rafael y partimos con destino a la Isla Mc. Pherson. Cada cierto rato pasamos unas islas que tenían unos faros en la mitad, seguramente para indicar el camino seguro. El sol y las nubes están en constante juego, lo que hace que las luces para tomar fotos sean muy interesantes. Y los arcoiris son cosa de a cada rato. Allí, en uno de los paseos en que nuevamente nos subimos a los zodiacs, salimos a la siga de unos delfines que llevaban al menos un día coqueteando cerca de nuestro barco.

 

 

Ya en nuestro último día de navegación pasamos por algunas islas con colonias de aves y lobos marinos. Fue muy entretenido observarlos tirarse piqueros en el agua y jugar mientras disfrutan del sol. La isla la compartían también cormoranes de roca, liles, gaviotas y muchas más. Navegaremos a través del monumento natural Cinco Hermanas y paramos nuestro último almuerzo en una de las islas, un pequeño paraíso con montañas nevadas como telón de fondo y aguas verdes transparentes. Allí, improvisamos un asado y tuvimos la suerte de observar muchos pájaros como el Martín Pescador. Después de almuerzo, emprendimos regreso a puerto Aysén para preparnos para tomar el vuelo de regreso a Santiago. Fue una aventura increíble. El estar 6 noches en un pequeño barco con otras 9-10 personas forjó amistades que durarán para siempre.

 

 

COMO LLEGAR:

 

* Desde Santiago, vía LATAM (www.latam.com) o SKY (www.skyailine.com) a Balmaceda. Los pasajeros se embarcan a bordo del Noctiluca en Puerto Aysén, luego de un trayecto aproximado de una hora.

* Los viajes constituyen un paquete completo, en tour guiado por el fotógrafo Augusto Dominguez: www.photoexpediciones.cl.

* El Noctiluca cuenta con 4 dormitorios cómodos, pero pequeños, y se aloja siempre a bordo.

* Las acomidas se preparan en la embarcación o en la Hacienda Quitralco.

* El próximo viaje a la zona será el 3 de diciembre próximo.