Occidentalizado dentro del Medio Oriente, liberal, con una muy atractiva vida nocturna en sus calles y cafés para disfrutar y compartir con amigos fumando narguile. Estas fueron algunas de las impresiones de nuestro muy especial viaje a Jordania el año 2008, con las cuales me re-encontré 10 años después.

 

Jordania fue parte de nuestro viaje al Medio Oriente. Una aventura que emprendí con tres de mis hermanos porque quisimos, en primer término, conocer El Líbano, la tierra de nuestros abuelos maternos. Gracias a Daniela Fresco, de ATN Viajes (http://www.web.atnviajes.cl) planificamos nuestra travesía contemplando además Siria, Jordania, Jerusalén y Estambul, lugares que junto a otras dos amigas abrazamos con fascinación.

 

 

A Amman, su capital, llegamos procedentes de Siria, que ya mostraba dificultades de atención turística: como que el hotel 5 estrellas previsto no alcanzaba a repararse, o que las habitaciones eran tan pequeñas que no podíamos abrir las maletas, como tampoco cambiarnos de pieza. Pero, sí, un país con espectaculares ruinas históricas, como Palmira, las que –en comparación- las de Grecia quedaban chicas. Así que, para nosotros, el cambio que experimentamos al llegar a Amman fue impactante: nos encontramos con una ciudad blanca, limpia, moderna. De hecho, el reino de Jordania fue clasificado por Naciones Unidas el 2014 como un país de desarrollo humano alto.

 

 

Llamada la Ciudad Blanca, Amman está construída solo de piedras claras. En su día formó parte de la Decápolis, por lo tanto es una ciudad romana con sus teatros, foros, templos y avenidas; como también musulmana -con sus muchas mezquitas- e igualmente cristiana con sus iglesias bizantinas. Al este de Amman, los castillos del desierto forman parte de una veintena de palacios musulmanes fortificados, construidos en los siglos VII y VIII por los omeyas. Y a 45 minutos por carretera se encuentra el lugar donde, según la tradición, Jesús fue bautizado en las aguas del río Jordán. Sin embargo, en la ciudad misma uno ve entremezcladas ruinas históricas junto a la modernidad, como la ciudadela, la antigua acrópolis griega, el anfiteatro romano y la mezquita del rey Abdullah, moderna, pero de maravillosa belleza con su cúpula azul.

Imperdibles: el Museo Arqueológico, el Museo de Jordania, el Museo del Folklore –con su colección sobre la vida de los nómadas del desierto- y el Museo de Tradiciones Populares, sobre la vida cotidiana de los antiguos beduinos.

 

 

MADABA

A 35 kilómetros al sur-oeste de Amman está Mádaba, la ciudad de los mosaicos en la ruta de los Reyes, importante centro cristiano, sobre todo conocido por el llamado Mapa de Mádaba, o mapa de Tierra Santa, el mapa más antiguo del mundo realizado sobre mosaico, en el que se ve hasta la puerta de Damasco de Jerusalén, y que está en el suelo de la iglesia greco-ortodoxa de San Jorge.

 

 

MONTE NEBO

Mavi, nuestro guía turístico a quien recordamos con inmenso cariño, nos lleva en seguida al monte Nebo, desde donde se visualiza el río Jordán: el lugar donde se dice Moisés vio por primera vez la Tierra Prometida. Y a raíz de la visita que realizó Juan Pablo II el año 2000, se levantó allí una gran iglesia que potenció más aún a este lugar como centro turístico que destaca también por su vista hacia el Mar Muerto.

 

 

MAR MUERTO

El Mar Muerto es el lugar más bajo de la Tierra, a 411 metros bajo el nivel del mar, que va perdiendo altura debido a la desertización. No es un verdadero mar, sino un lago de aguas hipersalinas donde uno no nada, sino que flota, por lo que usted verá a turistas leyendo un periódico “recostado” sobre el agua. Y como su barro (rico en minerales) se usa para tratamientos cosméticos y terapéuticos, todos nos embadurnábamos esperando milagros. De verdad, nos veíamos horrorosos, pero fue un instante en que nos reimos mucho de nosotros mismos. Estas fotos, si, las tomamos cuando regresamos al Mar Muerto ya estando en Jerusalén.

Explicación: una de las razones por las que este mar es tan salado se debe a que no hay salidas. Los minerales que desembocan en él se quedan allí para siempre. Hay varios ríos y arroyos que desembocan en el Mar Muerto, pero ninguno drena hacia fuera.

 

 

PETRA

Para nosotros, el gran premio fue visitar las ruinas de Petra –la Ciudad Rosada- decretada en año 2007 como una de las 7 nuevas maravillas del mundo moderno. Sobrepasó todas nuestras expectativas, todo en pleno desierto y con muchísimo, muchísimo calor, a pesar que estábamos en primavera. Es el destino turístico jordano más atractivo. Ocupa un valle al que se accede a través de un largo desfiladero, y sus edificios -la mayoría tumbas y templos del siglo II- están excavados en la roca de arenisca. No se trata de una ciudad construída con piedra sino -literalmente- excavada y esculpida en la piedra.

 

 

Su historía, de no creerlo. Fue fundada a finales del siglo VIII AC. Pero, por el cambio de las rutas comerciales y los terremotos sufridos, la ciudad fue abandonada en el siglo VI DC, cayendo en el olvido. Hasta que en 1812 el lugar fue redescubierto por el explorador suizo Jean Louis Burckhardt. Petra está ubicada a 200 km al sur de Amman (a 3 horas en automóvil), y junto a la enorme cantidad de turistas que llega hasta el lugar, emprendimos esta caminata (a partir del Siq, el paso sagrado) por un cañón de casi 2 kilómetros, en medio de impactantes formaciones y colores en la montaña de roca calcárea. El mismo viento produjo este efecto absolutamente fantástico, esculpiendo la roca a través de los años. Al Palacio de Petra –el edificio principal, al final del camino, que nos dejó anonadados- se le conoce como “El Tesoro”, un templo labrado íntegramente en la roca, al más puro estilo helénico.

 

 

WADI RAMM

 

Nuestro ultimo día en Jordania fue Wadi Ramn, que cuenta con algunos de los paisajes del desierto más espectaculares de toda Arabia. Son las mismas arenas que pisó el famoso Lawrence de Arabia, aunque su prestigio no fue tan noble como el del personaje que interpretó Peter O’Toole en la película. Por el contrario, su figura es la de un espía británico que unió y utilizó a los arabes para desplazar a los turcos otomanos de la región (bajo la promesa que les darían tierras definitivas), lo que permitió que Gran Bretana tomara posesión de los territorios y comenzara el inmenso jaleo que a partir de entonces impera en el  Medio Oriente.

También conocido como el Valle de la Luna, Wadi Ramm está situado aún más al sur de Petra (a 5 horas en bus desde Amman), en una región montañosa formada por granito y arenisca. Y en ese desierto habitan desde el año 2007 varias tribus de beduinos que se encargan de organizar ecoturismo de aventura para los turistas osados que se interesen en este desafío.

 

 

Yo me puse de inmediato en la cabeza el pañuelo jordano y me sentí una beduína en el desierto. Aunque los de aquí ya no son tan beduinos porque esta nación (que para muchos es un país inventado por los ingleses) delimitó fronteras y los nómades ya no pueden andar errantes en busca de pastizales para su ganado.

 

 

Y así, tras intensos cuatro días, partimos muy temprano a la mañana siguiente hacia Jerusalén. Protegidos por la ayuda enorme que nos proporcionó el entonces cónsul de Chile en El Líbano, Roberto Abu-Eid. Aunque no estaba junto a nosotros, después supe que Roberto contactó a la embajada de Chile en Amman para que nosotros tuviésemos un paso sin problemas al cruzar desde la frontera jordana hacia territorio israelí. Ahí, con pena, nos despedimos de Mavi, quien no pudo presenciar nuestro cruce, aunque todo el mundo ya nos había aconsejado que en este punto debíamos armarnos de mucha paciencia.

 

 

COMO LLEGAR

Nosotros viajamos vía Air France, haciendo escala en París. https://www.airfrance.cl

DONDE ALOJAR

En Amman, alojamos en el hotel Le Meridien (calle Queen Nour Street, tel 962-6-569-6511), 5 estrellas, ubicado en el centro de la ciudad (barrio comercial de Shmeisan) a 5 kilómetros de la ciudadela y del teatro romano. http://le-meridien.hotels-amman.com/es/