La idea era hacer un viaje post vacaciones de verano, sin niños, muy caminable y bicicleteable. San Francisco fue la ciudad escogida para sacudir la cabeza por cinco días, antes de sumirnos en el invierno de Santiago.

Texto y fotos: Bárbara Mayer

 

 

Luego de 9 horas Santiago-Atlanta, 3 horas de espera en aduana y 5 horas más Atlanta-San Francisco, ya estábamos arriba de un Uber camino al centro. Las horas de viaje habían valido la pena. Respirábamos el aire helado de fines de abril, comienzo de la Primavera para ellos, con el clásico viento que caracteriza a la ciudad, sobre todo en esta época. Las cuatro horas menos que teníamos con Santiago nos jugaban a favor para disfrutar del día soleado completo; a pesar del cansancio. La ubicación del hotel que elegimos por Booking no falló; en la 5th con Street Market; pleno downtown, en la esquina donde parte su recorrido el Cable Car turístico, donde están todas las tiendas (Mac, Alessi, Gap, Abercrombie, Anthropologie, Adidas, Container Store, Target y un largo etcétera), el mall más grande de la ciudad, algunos cafés, muchos oficinistas, homeless (que en esta ciudad tienen muchísima libertad) y turistas.

 

 

Así que la primera caminata para empezar a entender dónde estábamos, estaba clara. Fuimos por una ensalada a un Starbucks para agregarle un poco de verde a nuestra dieta post sándwiches-de-avión, recorrimos todos los alrededores de Union Square, vitrineamos un poco y terminamos en Trader Joe’s, un supermercado boutique con casi puros productos orgánicos y naturales, donde compramos cosas para dejar en el frigo bar del hotel, como non fat, ensaladas y hasta algunos regalos. Caímos rendidos a las 9 de la noche, y a la mañana siguiente ya estábamos listos para comenzar a recorrer.

 

 

Cómo no subirse el Cable Car turístico, para partir. Va parando en distintos puntos de interés y funciona como Hop on Hop off (te bajas donde quieres y esperas el próximo para seguir el recorrido). Como llegamos temprano, tipo 9,30, la fila no fue nada del otro mundo (después, a  cualquier otra hora del día, en todos los puntos donde para, puedes esperar hasta más de una hora). Llegamos hasta Lombard Street (la famosa calle más sinuosa del mundo) y luego caminamos hasta Pier 39. Almorzamos en un café del mismo muelle una reponedora Clam Chowder Soup, y luego recorrimos todas las tiendas y cafés, sin apuros, gozando de ser turistas y maravillándonos de todas las cosas hechas para los turistas, sin ningún sentimiento de culpa: una tienda temática de cowboys, otra de magia (con la clase de vendedores gringos que hacen que lo pases muy bien, y que compres… de donde salimos con el regalo de cumpleaños para nuestro hijo menor), otra gigante con todo tipo de candies, un mercado de frutas precioso, y finalmente el la vista a la bahía y el lugar donde los cientos de lobos marinos le “cantan” a las personas que se agrupan a mirarlos.

 

 

Seguimos el recorrido por la calle principal hasta llegar al famoso Madame Tussaud, donde entramos a jugar como si estuviéramos en Disney; primero con las fotos actuadas que te hacen en la entrada (que luego photoshopearán con distintos fondos típicos de San Francisco y te la ofrecerán a la salida) y luego, con las “conversaciones” que tuvimos con Obama y Lincoln, el té que tomamos con Audrey Hepburn, la película que dirigimos junto a Spielberg, y el champagne que compartimos con George Clooney; todo, por supuesto, registrado en nuestros celulares.

 

 

Continuamos el día siguiente con otro hito de la ciudad, el Golden Gate, en bicicleta. Arrendamos unas cerca de Pier 39 (www.blazingsaddles.com), donde el día anterior nos habían dicho que de 30 y tantos dólares al día por cada una nos las dejaban en 25, y cumplieron. Así que pedaleamos una media hora por la ciudad hasta llegar al puente y el punto de la foto de rigor, y unos 20 minutos más para cruzarlo y luego una media hora más hacia Sausalito, un lugar donde la palabra “precioso” es poco, y donde hay que ser marciano para no quedar con ganas de a vivir ahí. Almorzamos en Aurora, un restaurant en la entrada de pastas y pizzas gluten free, especial para reponer energías y no quedar con el estómago muy pesado, llegamos hasta el centro y volvimos a la ciudad con las bicis arriba del Ferry, con el ticket ya pagado que nos habían entregado en el arriendo de las bicis.

 

 

De vuelta, entregamos las bicis y, como no habíamos hecho nada de ejercicio, cruzamos caminando hasta el centro, mirando con tranquilidad todas las casas, esquinas, pasajes, bares y cafés, las tiendas y lugares de servicios de barrios residenciales, como la lavandería con el notable nombre The Missing Sock, pasando por el barrio chino, el italiano y varios otros en menos de un par de horas.

 

ESCALA HUMANA

 

 

San Francisco tiene aires de gran ciudad: un bullante pasado histórico, inmigrantes, muchos homeless, casas de postal cada vez más incomprables o inarrendables y muchos turistas. Pero, tal vez por su pasado hippie o su aire marino, es una ciudad mucho menos esquizofrénica que Nueva York o Miami, y se mantiene con una calma a prueba de todo, algo que no deja de llamar la atención en uno de los lugares más emblemáticos del mundo.

 

La idea de recorrer una ciudad con tranquilidad, de poder ver muchas cosas sin tener que arrendar un auto ni tener que reservar tickets desde Santiago con anticipación (excepto por Alcatraz), es perfecta para un lugar como éste. Además de las bicicletas, por todas partes puedes encontrar arriendos de scooter, bicis eléctricas o unos carritos amarillos tipo Go-Car. Así que los días siguientes nos dedicamos a seguir caminando por el barrio hippie, en Haight Street y sus alrededores (que de hippie actualmente tiene bien poco, pero es precioso, y está lleno de tiendas vintage o boutique); Castro, el emblemático barrio gay (tal vez un poco más hípster que Haight Street, porque ves cosas menos turísticas y más locales, gente caminando sin zapatos, o ciertas particularidades como una tienda de ropa para “White Parties”); un gran parque tipo Central Park, y otros lugares menos conocidos, donde llegamos sólo por los clásicos encargos, pero que nos permitieron observar cierta vida cotidiana, como mamás cansadas en el supermercado o niños saliendo del colegio, que de otra forma hubiera sido imposible.

 

 

El paseo a Alcatraz es un imperdible, y el tour con audífonos en distintos idiomas está tan bien hecho (gringos, obvio), que hay momentos en que uno logra imaginarse vívidamente y con escalofríos lo que pasó ahí hace unos años, finalizado, por supuesto por la tienda llena de imanes, libros con las historias de Al Capone y los demás presos famosos, poleras y réplicas de los tachos y las bandejas que usaban para comer.

 

 

Y hasta tiempo para recorrer el MoMA tuvimos, ya cerrando un agitado-pero-tranquilo paseo que nos hizo tomar fuerzas antes de comenzar, de verdad, el año en Santiago. Quedaron las ganas de conocer los alrededores, Carmel, Monterrey, San Diego, Santa Barbara y, por supuesto, enlazar con Los Angeles. Pero dicen que siempre hay que dejar algo para volver. Ojalá la próxima, en algunos años con los niños un poco más grandes, pueda ser con un motorhome para ir parando en distinta ciudades y quién sabe, con más familia o amigos.

Hasta la próxima, San Francisco.

 

DATOS A TENER EN CUENTA
  • The Pickwick Hotel: Un hotel 3 estrellas muy bien ubicado, camas cómodas, silencioso (doble ventana). Es antiguo, pero lo remodelan de a poco. 85 5th St. www.thepickwickhotel.com
  • Trader Joe’s: Supermercado con todo orgánico y/o natural en pleno centro. 10 4th St.
  • Aurora: Restaurant de  Pastas y Pizzas gluten free, muy bien atendido. 300 Valley St #207, Sausalito.
  • Street Taco (Barrio Hippie): Una taquería que no parece gran cosa, pero tiene quesadillas y burritos riquísimos, perparadas a la vista. 1607 Haight St.
  • Bar /Restaurant del Hotel Abri: Riquísimos platos italianos durante todo el día. En las noches hacen el “Nightly Rush Hour”, con combinaciones exclusivas de bebidas energéticas, jugos y hierbas. Los domingos hay un brunch de 10:00 a 14:30. 127 Ellis Street.
  • Union Square, plaza en pleno centro, rodeada de grandes tiendas, hoteles y elegantes restaurantes. 
  • Chinatown, el mayor grupo de población china en Estados Unidos, con sus mercados al aire libre, tiendas y arquitectura única.
  • North Beach, tradicional sector residencial italiano y lugar de nacimiento de la generación Beat.
  • Fisherman´s Wharf , con sus pescaderías y embarcaciones al final de Columbus Avenue, el sector más popular.
  • Marina District, con su área de shopping en Chesnut Street.
  • El Presidio, parque nacional –otrora cárcel durante 128 años- con canchas de golf a la entrada del Golden Gate.
  • Alcatraz, isla-presidio y hoy parque nacional, con tours diarios al lugar del que nadie se jactó de haber logrado huir vivo.